miércoles, 28 de octubre de 2009

segunda parte de la historia disfrutenla!!!!!!!!

Nota 2: Las canciones que propongo para este capítulo son:Sweet talkde The Killers yThe roadde Elan yEverythingde Lifehouse.

Desde lejos es mejor

Bella POV

¡Diablos! Se me había pasado el tiempo volando, entre los preparativos para la graduación, la decisión inesperada de quedarme un año sin estudiar –ufff-- y salir bien librada de la batalla contra Victoria –aún me causaba escalofríos recordar todas las artimañas que usó la manada para poder asesinarla.

Las razones por las que no iba a asistir este año a la escuela eran simples: trabajaría para cubrir la cuota de la universidad que tanto anhelaba, además de ser plan con maña, pues así saldría a la aventura de la universidad con Jake.

Hoy era el día de mi aniversario con él y sinceramente no tenía planificado nada, sólo un montón de tonterías: tal vez comida -sabía de ante mano que le fascinaría- pero eso era demasiado trillado. Durante todos los doce meses de novios me había sorprendido con salidas estupendas o regalos hechos manualmente con tal peripecia que parecían para exposición. Mis ideas eran burdas y comunes. ¡Qué fastidio! ¿Por qué había nacido siendo tan ordinaria? De menos hubiera tenido un sentido innato para prevenir los problemas, eso nos ahorraría muchos destrozos o situaciones tensas. Por ejemplo, cuando Charlie me sorprendió con Jacob corriendo en moto. Esa vez pensé que sería el fin de mi relación con Jake. Charlie se molestó muchísimo con él, no le permitía verme, tuve que cruzar unas cuantas palabras con mi padre y hacerle entender que no era una niña y que Jacob me cuidaba más que nadie, hasta que él mismo –esa era una respuesta verídica y literalmente cierta--. El pobre de Charlie no le quedó de otra, tuvo que aceptar las locuras de Jake, mi fanatismo por la aventura –que indudablemente eran de las cosas que uno absorbe cuando convive tanto con alguien, en este caso con Jacob. Mimetismo puro-- y mis constantes escapadas nocturnas a La Push.

Comencé a encender mi computadora. Recordé que hace unos días vi en un anunció, en mi bandeja de entrada del mail, que decía: “se venden las estrellas del firmamento”, ¡vaya era una idea descabellada ser dueño de… nada!, pero mi objetivo era sacar el formato de la póliza que dan al comprarla; la modificaría y la adquiriría por mis medios y los de la naturaleza misma. Al cabo de un rato la saqué y de la misma forma el mapa de las posiciones estelares ese día. Decidí regarle la Estrella Polar, con la cual él siempre se guiaba al regresar a casa. Esa noche debía ser perfecta, jamás había cumplido un año de novia con alguien, si ésta iba a ser esa primera ocasión debía ser lo mejor posible. Revisé el clima para esta velada y gracias al cielo, qué ironía de expresión, la noche se pronosticaba como despejada.

Mi celular empezó a vibrar. Un mensaje de texto de Jake:

Hola gruñona, paso

por ti ¿a tu trabajo

o a tu casa? Hoy la

vamos a pasar de

lujo. Pide permiso

a Charlie para llegar

tarde. Yo le hablo

después.

Excelente, si tenía planeado salir de noche sería más fácil pedirle que nos acercáramos algún mirador o bien a una zona del bosque donde le pudiera dar mi sorpresa. Cerré mi correo junto con mi Messenger. Cuando estaba haciéndolo vi pendiente una solicitud de contacto para entrar en mi red, seguramente era Jared, había cambiado su cuenta, porque una joven de la comunidad lo acosaba terriblemente por ése medio, y a Kim le faltaba poco menos de dos mensajes más para salir en busca de la arpía . Lo acepté y cerré todo. Apagué el equipo y me terminé de arreglarme para irme al trabajo.

Le dejé una nota a Charlie en la nevera, debido a que no se hallaba en la estación, el recado era el permiso para llegar tarde. Salí literalmente corriendo de mi casa y mientras calentaba la camioneta escribí el mensaje de respuesta para Jake:

Nos vemos en mi

casa. No se te

olvide localizar a

Charlie. Espero

verte muy pronto.

Arranqué el monovolumen y me fui directo a mi trabajo.

Las horas en la tienda de los Newton se fueron lentas, tediosas. Por eso en cuanto estuve en mi casa me instalé en mi recamara a escuchar música para relajarme. Ya me había cambiado de atuendo y Charlie aún no se presentaba por aquí. Seguramente estaría comiendo nuevamente con la viuda Clearwater. Mejor para mí, no tenía la necesidad de salir de mi momento de esparcimiento. Me hallaba tumbada en la cama viendo el techo con los audífonos a un volumen apto pero suficiente para envolverme en la melodía. Comencé a zapatear con el único pie que tenía en el piso, y de repente sentí como se hundía éste en la tarima de madera. Genial –pensé--, la había roto con mi movimiento. Doblemente genial. Ahora tendría que pagar una compostura para el piso y verificar que no fuera polilla, porque entonces sí, el gasto iba a ser en cantidades exorbitantes. Me levanté e inspeccioné la zona afectada. Lo siguiente que vi fue la sombra de mi pasado arrojarse ferozmente ante mis ojos. Estaban ahí, debajo de mi piso, todo el tiempo, habían estado las fotos de Edward, amarradas perfectamente con un listón rojo. La tarima no se había roto, el movimiento la había sacado de su moldura.

No tenía idea qué hacer, ¿qué se supone que es lo correcto en estos casos? Tirarlas, romperlas, guardarlas… desamarrarlas y verlas, ¡NO! Eso no sería buena idea, ya era más de un año sin acordarme del dolor que infligía su recuerdo y el verlo me perturbaría, hoy no debía de estar así; es más, ni hoy ni nunca, Jacob no se lo merecía. Edward era pasado. Lo mejor era tirarlas. Ni siquiera debía ver otra vez esa cara de ángel. Fui deprisa a buscar una bolsa negra con la cual tomarlas y envolverlas, para después ponerlas en el contenedor de basura. Cuando la tuve entre mis manos una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Por Dios, madura. Él no va a regresar. Cerré la bolsa con un nudo, pero en vez de llevarlas al contenedor principal de la casa, las dejé en el bote de mi cuarto.

La curiosidad era mayor, así que escogí distraerme con lo único que llamaba mi atención: la Internet. Encendí mi equipo y abrí el correo reciente de Rene. Lo leí y respondí con prontitud; le conté sobre el regalo que elegí para Jake. Mi Messenger se hallaba conectado. La alerta de que un usuario había iniciado sesión sonó y vi que provenía de la cuenta que acepté a mi red hacia unas horas atrás. Se estaba enviando el mail, y decidí abrir una ventana para mandar un saludo, y de paso verificar que efectivamente fuera Jared, cuando el rugido de la moto de Jacob llegó a mis oídos. Perfecto. Revisé la hora en mi computadora y eran exactamente las 19:30. Cerré todo cuanto tenía abierto y apague lo más veloz que pude el equipo.

Me estaba echando un vistazo en el espejo, sobre todo a la apariencia de mi cabello, últimamente era un desastre, se esponjaba de más y con la velocidad a la que iba la motocicleta sería peor, así que decidí hacerme una coleta. No quería ser el detonante de la risa de Jake cuando me quitara el casco.

Jacob estaba esperándome en la moto. Lo alcancé para saludarlo, él por su parte me dio el casco.

-- Me da gusto verte – dijo con singular tono de voz-- ¿Lista Bella? Porque hoy te tengo preparada una sorpresa genial.

-- Jake… ¿te importaría ser un novio normal por una vez y no opacar mis regalos? –dije en tono juguetón.

-- La normalidad no está en mis venas Bella, además tus regalos son lo más hermoso que me han dado en toda mi vida. Tú misma eres mi mejor regalo. Anda súbete. No perdamos el tiempo, hay que ir por tu moto todavía.

Recorrimos el trayecto a su casa demasiado rápido. El plan era ir a un lago cercano a la zona que antes era límite con… los vampiros. Me pidió que lo siguiera muy de cerca para que no me fuera a perder. En cuanto nos acercábamos la velocidad de las motos fue disminuyendo, miré al cielo y era perfecto. Desde ahí se veía todo el manto estelar a su máxima expresión. Esta noche parecería artificial sino la estuviera viendo con mis propios ojos.

Las motos las dejamos aparcadas a un lado de unos árboles, bajamos unas linternas que traía Jacob; para no tropezarme me tomó de la mano y me llevó a la orilla del lago. Ahí había un bote. Me ayudó a entrar en él y cuando estuve sentada Jake lo arrastró con gran facilidad, dio un salto y sin mover el bote, repentinamente lo vi frente de mí, remando hacia el centro del lago. Lo único que agradecía sin premeditarlo mucho era saber nadar –por si se le ocurría una sorpresa demasiado alocada--.

Mientras, nos acercábamos al lugar idóneo, me percaté que había algo ahí adentro, una especie de caja pequeña.

--Eso no es justo, no fisgonees tu regalo antes de tiempo –dijo con tremenda astucia.

--Así que ese es mi regalo, bueno debo de agradecerte, imaginaba algo menos estático.

--Bueno… --corrigió al instante y me sonrió muy pícaro-- parte de tu regalo.

Instalados, por fin, en el centro del lago, o lo que parecía ser el centro, metió los remos al bote y alzó la caja, que ahora tomaba forma de cofre bajo la luz de la luna.

--Mira Bella, antes que darte este cofre y que te vayas de espaldas al agua, por el peso, y obvio tenga que salvarte –se rió después de su afirmación--, necesitas saber algo importante: hoy y frente a la luna te ofrendo mi fuerza, la fuerza que tiene mi espíritu, esa que le da la cualidad de mutar como protector de mi comunidad, de mi tribu. Tú, ahora eres la única dueña de mi vida.

Mientras decía estas palabras me tomó la muñeca y me abrochó una pulsera, tenía un pequeño lobo tallado colgando por un lado de ésta. La pulsera era de plata, la reconocí por el peso, además con la luz nocturna resplandeció y pude comprobar mi teoría. Mis esquemas hollywoodenses no valían de nada en el mundo místico de mi novio. La plata no era sinónimo de muerte para un hombre lobo, ¡vah!, ni siquiera convertida en bala lo derribaría.

-- ¿Entiendes lo que digo?, ahora Bella, por muy difícil que sea el rival con el que pelee, tú serás la única dueña de mi destino –se volvió a reír pero esta vez parecía avergonzado--. Sí, ya lo sé, esto es demasiado cursi y las palabras que acabo de decir son totalmente fuera de serie en mí, pero mi tribu tiene la creencia que a través de este amuleto, los hombres lobos que hemos encontrado nuestra pareja podemos estar más protegidos. ¿Qué le voy hacer yo?, ¡así es el ritual para el amuleto! El amor, dicen ellos, es el verdadero motor de nuestra magia, por ello sacrificamos la vida… por los que queremos –volteó su rostro haciendo a un lado un mechón de cabello que le caía a la cara-. Isabella, yo la sacrificaría mil veces por ti… porque… este… --se aclaró la garganta y me miró a los ojos de forma inesperada-- Te amo.

--Jacob Black, este regalo no lo puedo aceptar, es demasiado. Además con mi suerte y mi imán para los problemas tu vida no está a salvo. En la primera ocasión se me va a caer la mano o me la enyesarán y el médico del hospital me quitará la pulsera y…

-- Bella, cálmate. Estás preocupándote de más.

-- Es que…

-- Es que nada Bella, por favor. Ya tienes seis meses sin ningún asecho cerca y junto a mí ya nada te podrá hacer daño.

-- Espera un momento… ¿dijiste que me amabas?, ¿estás seguro de eso? No pretendo arruinar la noche mágica, pero no quiero que te vendas simulacros –después de mi primer desamor me costaba creer en el significado de esa palabra.

--Te amo, lo sé. Yo no voy a salir corriendo si alguno de la manada te tratara de hacer daño. Primero dejo a la manda, de eso estoy completamente convencido. Tú eres más –se puso en pie miró al cielo y extendió los brazos--, el universo que ven mis ojos eres tú. ¡¿Cómo podría estar sin ti?! Jamás me alejaré Isabella Swan.

Se acuclilló y acercó el cofre de tal suerte que estuviera frente a nosotros, luego lo abrió y saco algo de su interior, lo volteó para que la cerradura quedara hacia mí.

--No te lo pido como una promesa para dentro de unos meses, te lo pido como señal de sinceridad y de confianza en mis sentimientos: ¿cásate conmigo? –Mostraba un anillo de compromiso frente a mí, asido sólo por sus dedos-- O en su defecto ¿quieres ser mi eterna prometida? –sin mirarme se rió en lo bajo y me tomó la mano izquierda.

--Jacob, sabes la respuesta a esa pregunta –dije muy seria.

--¡Ah! Entonces –hizo un movimiento con la mano, expulsando el anillo hacia el lago-- mejor que se vaya al fondo del lago.

Me exasperé por su reacción. Recordaba que varias veces le dije que no concebía la idea del matrimonio como una bendición para las parejas, lo sabía, pero ¿tanto como rechazarlo a él?, era una locura. Me levanté de mi asiento –cosa que me desequilibró-- gritando y señalándole el lago, le dije:

-- ¡¿Te falla algo en el cerebro?! Ahora vas hasta el fondo del lago y me lo traes de vuelta a mi mano porque a partir de hoy ese anillo ya tiene dueña.

Su risa estruendosa hizo que varias aves salieran despavoridas de los árboles que teníamos alrededor, lo cual me asustó y me senté automáticamente. Provocando que el bote se meciera bruscamente. Él tomó mi mano y, riéndose quedo, me puso el anillo.

-- Eres una gruñona Bella. Si querías que me quitara la ropa, me lo deberías pedir más romántica.

-- ¡Eres un auténtico estafador! Me la creí completa. Y para tu información –mis mejillas se colmaron de sangre-- no pretendo verte sin ropa por mucho tiempo.

-- Mentirosa.

-- Mentiroso tú. ¡Puedo terminar de ver mi regalo! ¿Si no hay otra broma de mal gusto que quieras hacerme? – le contesté mirando mi anillo, era precioso.

-- Claro. Señora de Black.

Con la ayuda de la linterna vi a detalle el cofre y note que éste tenía talladas unas aves en la parte superior así como en la parte frontal y trasera, en cada costado un lobo y nuestros nombres en la parte donde iba la cerradura. Cuando abrí el cofre un tremendo aroma a rosas invadió el espacio. Observé y efectivamente eran rosas pero sólo sus pétalos, rojos, cubriendo la caja de donde provenía el anillo. La saqué y por curiosidad la abrí, adentro se hallaba un papel que al desdoblarlo descubriría que en realidad era una carta, acerqué la luz de la linterna para leerla.

Camina bella, como la noche
De climas despejados y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Se reúne en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,
Habría mermado la gracia sin nombre
Que se agita en cada trenza de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro;
Donde pensamientos serenamente dulces expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los tintes que brillan,
Y hablan de días vividos en bondad,
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón cuyo amor es inocente!

Camina Bella de Lord Byron

P.D. ¿Perfecto no lo crees? FELIZ ANIVERSARIO Bella!!

Jake me complementaba en muchas cuestiones pero siempre tenía una manera especial de mostrarme que él era diferente a todos los demás chicos – sin mencionar lo evidente--. Su regalo se extralimitó y mi presente se hallaba en niveles ínfimos.

-- Es precioso. TODO. No te mediste. Y no sólo lo expreso como una frase trillada, sino de verdad ¡No te mediste! Esto del amuleto, la declaración, el cofre, el hermoso poema; me pone una vez más a tus pies…

--Todo lo creo sólo para poder tener el privilegio de ver esa cara. Es lo mejor después de tanto esfuerzo. Eso incluye el anillo.

--De acuerdo ese no lo tomaré como una afrenta para nuestro acuerdo de nada comprado. Ahora viene tu regalo. ¿Preparado? Mira, primero ve el cielo --le señalé las estrellas-- ¿Ves esa de allá?

--Sí, es la Estrella Polar.

-- Es la que te guía de regreso a casa, ¿no es así? Bueno… estaba pensando que sería genial que esa misma fuera la que te guiara a mí, entonces como yo no soy eterna ni tengo el don de la juventud perpetua esa estrella desde ahora se llama Bella y cada noche que estés lejos de mí, yo estaré en ella, cuidándote y guiándote de retorno a casa y aunque ya no viva… ella estará para recordarte mi existencia y también como símbolo de que no te abandonaré nunca.

Me voltee en dirección al bote para hallar la póliza, Jake seguía viendo el cielo. La desenrolle y comencé a leerla. Cuando acabé le entregué el papel.

--¿Y dices que yo no me mido? ¡Tú me diste algo eterno! –Se volteó para darme un abrazo-- Ahora va a ser más divertido convertirme en lobo. Sin embargo falta algo está noche para hacerla a nuestro estilo…

--¿A sí? –dije atemorizada, esa palabra a nuestro estilo me invocó algo precipitado.

Me abrazó con más fuerza y con un movimiento rápido nos zambulló dentro del lago. Sentí el frío del agua, estaba helada. La sensación no me disgustó, sin desearlo, mi piel reaccionó y mi memoria revivió la única experiencia que tenía de agrado con lo helado. Ahí, abajo del agua, con la tremenda oscuridad, resurgió el gélido contacto de antaño, los brazos de mi exnovio, las noches para Edward Cullen, su misteriosa hermosura, el tóxico aire empapado de su aliento. Quise olerlo, necesite olerlo, pero por continuar con ese impulso mortuorio tragué agua. Tuve que impulsarme de inmediato a la superficie. Bendita agua, cubriría mis lágrimas, las desaparecería; al igual que a él el tiempo.

Comencé a moverme hasta que salí a flote. Jake me estaba esperando, asustado por mi ausencia. Se acercó para inspeccionar que estuviera bien, pero en lugar de una Bella atemorizada halló otra reacción de mi parte. Por instinto, desesperación tal vez, por no atraer el pasado ahora que desde lejos se veía mejor, igual que las estrellas, lo empecé a besar. Jacob respondió excelente, su pasión y su calor por natura me elevaron a mi realidad. Sin haberlo planeado nuestros cuerpos se hallaban tan juntos que podría haber jurado que desde lejos parecíamos uno. Necesitaba toneladas de calor para expulsar el frío proveniente de mis adentros. Su control y su destreza dentro del agua me dieron confianza, dejé de percibir mis movimientos como medio de supervivencia, me dediqué a sentir. El beso se prolongó y por cada chasquido de nuestros labios se extendía la pasión, se desencadenaba la fogosidad exigida por mi propio espíritu. Tanto fue mi enajenamiento que no descubrí que nos habíamos movido a la orilla, con todo y bote, hasta que no sentí mis pies sobre la arena.

Abrí mis ojos y me convencí de lo que acontecía, más allá de lo material. Él era el indicado, para qué esperar más. Sin dudarlo, estaríamos juntos hasta el final de mis días. Él sí iba a ser para mí. Me salvaba de millones de formas, constantemente –hasta de mis fantasmas--. Sin titubear, lo jalé del cuello con mi brazo y lo seguí besando, mientras la otra mano iba directo a su cuerpo. Nunca necesité de explicaciones orales con Jake, él me conocía mejor que mis propios padres, por ende no creí tener que decirle lo que me proponía.

-- Bella, ¿quieres que paremos? –me dijo como pudo mientras me besaba.

-- No.

Con un repentino empujón me subió las piernas a su cintura y me llevo cargando a la orilla del lago. Caí al lecho soberbia. La arena existente ahí era tan fina que fue imperceptible para mi piel tan delicada. Allí él continuó con el beso cual si fuera eterna. Sólo era un fluir de distancias transformándose en una armoniosa dicotomía.

Nuestras manos corrieron, se desbocaron en caminos sinuosos. Lugares secretos fueron delicadamente descubiertos por sus manos. La piel de él y la mía ya no fue más la de dos individuos, por esa noche fui parte del universo que Jacob veía. No el universo. En sus ojos vi el reflejo de mi fulgor, él me descubrió cual si fuera un aprendizaje existencial, éramos aves en plena libertad… rechazábamos los círculos de la frialdad que nos antecedían. La bienvenida al amor se dio, tal vez lo detecte en el palpitar de mis labios, en el ir y venir de nuestros cuerpos, en el celestial fragor de nuestro existir. Mis sentidos se llenaron de exacerbada locura, sentían miles de cargas eléctricas, movimientos de vaivenes. El aire que respiré fue dulce, pétalos de rosa, roció nocturno, el olor almizcleño de su piel. Un suave desliz y ya no estaba en este planeta Tierra. No sé cuánto dure en ese trance, pero sí en donde aterricé. En mi vida había sentido tanto amor… bueno… no de este tipo de amor.

En cuanto estuve de vuelta en ese lugar mágico, me percaté que Jake acariciaba mi brazo, estaba lo bastante contento como para romper mi maravillosa burbuja, pero sabía el instante preciso en que regresaba a estar consciente.

-- Sé que esto es diferente. Me siento diferente –musitó cerca de mi oído.

-- Lo sé. Siento lo mismo –dije y alcé mi rostro para encontrarme con sus ojos--. Jacob, te amo.

Volví a recostarme en su pecho para escuchar su corazón, mismo que me arrulló hasta el punto de caer rendida en un profundo sueño.

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2 comentarios:

L¡l¡ dijo...

wow es una historia fuera d lo comun dl librO o_O!
es liinda pero falta edward el le da mas cntido!!

bueno en total kiero seguir leyendola a ver que pasa :)

Anónimo dijo...

hola
oye estos escritos estan super..cuando publikn otra part, estan mega super..espero con ansias la siuient part..