domingo, 17 de enero de 2010

CAPITULO 26 "APOCALIPSIS"

**Los personajes e historia son obra y creación única de Stephenie Meyer -ya lo sabemos, gracias, continuen leyendo- la fuente mágica de los deseos es la única culpable de que yo reconstruya una historia alterna. FIN.**

Nota 26: Pues para mí la canción que ha de conjurar la magia de aquí hasta… es El arte del engaño de Cartel de Santa, así que se las recomiendo al igual que las canciones que propone la musa Rockera: One last goodbye de Dark Princess y Say goodbye de Entwine -están geniales- .

¡QUÉ COMIENCE LA MAGIA!


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ANTES QUE NADA QUIERO PEDIRLES UNA DISCULPA POR NO HABER PUBLICADO LA HISTORIA ESTA SEMANA EL MOTIVO FUE EL SIGUIENTE:"PARA CELEBRAR MI ULTIMA SEMANA DE LIBERTAD ANTES DE ENTRAR A LA ESCUELA FUI A PASAR MI SEMANA CON MI TIA A ORIZABA Y DEBO CONFESAR QUE EN LA CASA QUE ME ENCONTRABA TANTO EL INTERNET COMO LA COMPUTADORA ERAN FATALES ERAN MUY LENTOS A TAL GRADO QUE TAN SOLO PARA CARGAR UNA PAGINA TARDO 1 HORA ASI QUE TUVE QUE DESISTIR EN MIS FUEROS INTENTOS POR PONERLES L HISTORIA, ESPERO ME COMPRENDAN Y LES PIDO UNA GRAN GRAN DISCULPA YA QUE USTEDES SIEMPRTE HAN SEGUIDO CON ESTE BLOG PERO BUENO CAMBIENDO DE TEMA QUIERO INFORMARLESD QUE YA ESTA POR ACABAR NUESTRA FABULOSA HISTORIA ESPERO LES ESTE GUSTANDO Y RECUERDWEN QUE TODOS SUS COMENTARIOS SON LLEGADOS A LA AUTORA "MIELI" EN ESTE MOMENTO SOLO TENGO 3 CAPITULOS DISPONIBLES YA QUE NUESTRA AUTORA NO A PUBLICADO LOS SIGUIENTES PERO PARA DARLE TIEMPO ESTABA PENSANDO EN PUBLICARLES AHORITA Y LOS CAPITULOS REWSTANTES SE LOS PONDRE EN ESTA SEMANA QUE INICIA EL MIERCOLES Y7 JUEVES ESPERANO QUE MIELI YA HAYA PUBLICADO OTRO CAPITULO ASI QUE ESPERO LES GUSTE Y DISFRUTENLO NOS LEEMOS EL MIERCOLES BYEEEEEE BESITOS VAMPIRESCOS Y DE NUEVO DISCULPEN NO HABERLO PUBLICADO BYEEE!!!!


Sexy Jacob! Pictures, Images and Photos

26. Apocalipsis

“Hay dolor, hay rencor y sentimientos encontrados.

Hay deseos de morir por no tenerte a mi lado…”

Cartel de Santa. El arte del engaño.

Jacob POV

Habían pasado aproximadamente tres horas desde que corría en forma lobuna y llevaba a cuestas a la nevera de los vampiritos.

Entre trote y trote, me sorprendí reflexionando cómo las aburridas clases de Química Elemental habían servido al fin, pues la dosis de cloroformo con que había empapado al trapo fue la exacta para mantenerla fuera del juego, de menos hasta que se llevara a cabo la primera parte de nuestro plan.

Un retortijón en la boca del estómago intentó decirme una vez más que había estado pésimo al recurrir a dicha sustancia para invalidarla, pero ¿qué podía hacer? Era la única manera, la solución a su naciente don y a su premeditada resistencia. Además, no la iba a matar, y sí nos convertía este viaje más ligero para los dos.

Vociferé mediante un suspiro innato.

Es una mierda que todavía me duelas –pensé decepcionado al percatar como todos los pensamientos llevaban al mismo punto. Esperé que la manada no estuviera atenta en este instante a mi debilidad.

Aún no estaba preparado para escucharla solicitar a sus asesinos con devoción extrema y miserable angustia y sin embargo iba directo a un lugar donde su voz y mi voz serían los dos únicos sonidos del universo; no deseaba siquiera pensar cómo machacaría a mi destruido amor cuando pronunciara ferviente su estúpido nombre por sobre del mío.

Gruñí y en ese minuto deseé como nunca antes que se hubiera muerto el verano pasado a manos de cualquier neófito. Ese hubiera sido un final mucho más digno.

Sí, mi coraje contra de ella se había exacerbado con el paso de los días. La neverita había llegado muy lejos, sin importarle cuán jodido me dejaba con su traición. Así que estar en camino a mi posible suicidio, la verdad, me tenía despreocupado. Ya nada me importaba en la vida.

¿Qué más daño nos podríamos ocasionar? Yo ya la había lastimado tanto física como emocionalmente; ella me había matado mis ilusiones y mi fe al amor…

Jake, mejor concéntrate, hermano –solicitó Seth.

¡Rayos! El chico me había pillado y tenía razón, no era hora de perder mi tiempo en este tipo de ideas. Mi objetivo era claro.

Regresé a mi misión. Observé los árboles, conociendo con exactitud el camino. Durante el transcurso que me llevó abandonar Forks, tuve el debido cuidado de ir dejando el rastro correcto por la línea previamente estudiada. A la altura en que iba, sólo me faltaban unos cuantos kilómetros para cruzar la frontera con Canadá y finiquitar adecuadamente la primera parte, mas los pensamientos de los integrantes me hicieron disminuir el paso para verificar los sucesos. Algunos me mostraban las áreas cubiertas, otros las movilizaciones que estaban llevando a cabo las asquerosas sanguijuelas y los más inexpertos, los senderos que debía atravesar en unos minutos, antes de dejar el país.

Jacob, cuídate –demandó Sam de repente, con su voz alfa—. En cuanto estés allá, comunícate con Billy para saber que has llegado.

De acuerdo Sam. Ustedes también mantengan la guardia en alto; recuerden, la sanguijuela pequeña de cabellos puntiagudos prevé el futuro y su pareja controla emociones. Deberán ser los primeros que ataquen, ¿ok? Tengo entendido que hay otro, uno muy alto que tiene mucha fuerza, pero ése no será problema si Paul y tú lo acorralan –expliqué dándole las imágenes mentales que Bella, en alguna ocasión, me había hecho participe.

Entendido –respondieron Sam y Paul al unísono.

¡Ey Jacob!—exclamó Paul—, el maldito que falta, entonces ¿traerá a más sanguijuelas con él? Porque si es así para que te alcancemos, algunos de nosotros, después de limpiar la casa.

Eso amenazó el cobarde. Supongo que él viene tras de mí, pero no sé a cuántos traiga.

Correcto, en cuanto no haya complicaciones por acá, iremos a cubrir tu espalda hermano –finalizó Sam.

¡Vamos! No será necesario –canturreé optimista, para no dejar ver el desconsuelo que me causaba la parte que correspondía a mis acciones.

Jacob, si Bella no se ha transformado, no la mates… sólo déjala morir ahí –dictaminó Sam, entremetiendo su tono de pensamiento como una inquebrantable orden. ¿Habrá percibido mi ánimo?

Como sea, mi corazón dolió; dentro de éste me debatía entre la rabia y la tristeza; entre querer correr hacia otro lugar y protegerla o por el contrario hacerla pedazos. Sin embargo, mi mente reaccionó de manera positiva al mandato dejando de lado mis deseos.

Inhalé el aire del gélido del bosque, para quitarme el molesto apretón que mi pecho lobuno sentía. Inconsciente, dejé que las zancadas fueran más largas y veloces.

En un abrir y cerrar de ojos, percibí como las voces de los demás estaban desvaneciéndose, sólo me quedaban las de los chicos nuevos que se hallaban cerca. Apreté el paso, anhelaba salir de esto cuanto antes, las nauseas y el vértigo me pinchaban a la par.

El recuerdo de la noche del viernes trece, después del ataque psíquico de la neverita, me golpeó como si lo estuviera viviendo otra vez.

Los veintitrés lobos, que éramos ya con la llegada de los Cullen, nos encontrábamos en junta extraordinaria, en la oscuridad del inmenso bosque. Sam comenzó a describir sin preámbulos, el tema por el que nos reunía.

Nuestro plan es éste; escuchen: Acabaremos con todos los vampiros de nuestros alrededores ¡de acuerdo! Me refiero a los Cullen, para que entiendan la implicación los más jóvenes –volteó a otorgarles una mirada a los chicos para enfatizar—. Han violado el tratado definitivamente y hoy lo constatamos; mordieron a una humana y amerita nuestra intervención. Es hora de deshacernos de la basura—se alzó un parloteo mental al unísono—, así es, ha llegado el día de recuperar la tierra que nos pertenece. No más límites. Para comenzar esta batalla será necesario que hagamos una guardia entorno de Bella, el propósito es secuestrarla para que de esa forma atraigamos a los vampiros; será la carnada –varias caras se sorprendieron, manteniendo el horror en sus ojos—. Olvídense que Bella fue una de nosotros, desgraciadamente ella nos ha traicionado, ahora está con ellos y no tardará en ser un vampiro por completo. Jacob, muéstrales lo que viste hoy –demandó Sam y mis recuerdos obedecieron, mostrando todo el horror de haber observado a Bella convertida en vampiresa y sacando ese escalofriante don.

¡EY, SILENCIO! –Reclamó cuando los comentarios fueron subiendo de volumen—, si Jacob, que debería ser el más afectado, ha apoyado en su totalidad el plan, no veo por qué los demás cuestionen… además ya lo vieron, no estaremos cometiendo un crimen, es justicia –todos callaron al instante.

Bien. Requiero de su total atención, para llevar a cabo cada una de las fases del plan, sin motivo alguno de perder gente, deberemos actuar más unidos que nunca ¡Ok!

La primera parte ya la saben: Vigilar día y noche a Isabella y en la incipiente oportunidad que vean ¡actuar! Deberán enterar cuando antes a Jacob, Paul o a mí de haberla encontrado. Nosotros interceptaremos a Bella y la secuestraremos.

Segunda fase, Jacob se llevará a la nevera, es decir a Bella, a Canadá, tan lejos como localicemos un lugar seguro para todos ¿entendido?

Tercera fase, nosotros, mientras tanto, atraeremos a los Cullen al claro donde atacamos a los neófitos el verano pasado, esto será a través de Jake, quien irá dejando rastros de la carnada por el señuelo que tenemos previsto. Ciertos integrantes tendrán la comisión de apoyar a Jacob a salir del país sin intromisión de los chupasangres. Una vez terminada esta parte, a todos los requiero en el campo de batalla para destrozar a los seis vampiros. ¿Alguna duda? –cuestionó como el líder que era. Nadie preguntó.

Jake, tú sabes cual será tu parte. No permitas que tus emociones te limiten, debes terminar con ella o bien, esperar a que fallezca por inanición. Si queremos destruir a todos los vampiros, ella es en potencia la nueva generación –asentí sin mirar a nadie de los curiosos que esperaban reacción en mí.

La última fase consiste en acabar con el último integrante del aquelarre, el cual sabemos que se haya en Europa. Si todo sale según lo establecido, para ese entonces, Jacob ya estará aquí y él, por iniciativa propia, luchará contra la sanguijuela, pero no por eso nosotros no estaremos para apoyarlo. ¿Comprendido?

Siendo estás las indicaciones, desde hoy empezamos con la cacería de la nevera. Manténganse al tanto de las juntas que tendremos cada noche, pues estaremos informándoles más detalles importantes para atacar a los vampiros. ¡A trabajar manada! –finalizó con un tono poderoso en su pensamiento y cerramos el pacto con un agudo aullido.

Parpadeé instintivamente, pues mi ojos estaban recibiendo un poco de los copos de nieve que caía de las hojas de los árboles al recibir el movimiento y la ráfaga de viento que ocasionaba con mi trote. Como era de esperarse, me desprendí de los recuerdos que penetraron a mi cabeza.

Casi sin darme aviso, pasé el último tramo del camino y con un rápido vistazo al paisaje blanquecino, conté a los cuatro jóvenes lobos contiguos. Me daba tristeza percibir lo inhábiles y susceptibles que eran los chicos, tan propensos a caer en la batalla que se avecinaba en unas horas. Aunque estos fueran menos adversarios, eran sin duda una fuerte competencia. Retiré casi al instante mi mirada, seguramente mis pensamientos los habrían captado, sin embargo su entusiasmo y adrenalina lupina los volvía idiotas ante el peligro inminente que era para ellos pelear con vampiros habidos de dones. Lo que ocurrió el verano pasado, con el ejército de la pelirroja eran, por decirlo, pan comido, pero estos seres eran más experimentados y mucho más astutos.

Uno de los chicos aulló, reconocí su voz, era Kevin.

Hasta aquí llegamos nosotros señor, deséenos suerte de menos –proclamó el interpelado. Este chico desde que se transformó en lobo había tenido una especial admiración por mí; la cual nunca entendí.

Segundos después de escucharlo, una sensación me sacó de mis cavilaciones de manera abrupta; había traspasado la línea divisoria entre un país y otro, lo sentí, el aire había cambiado.

Está bien Kevin. Gracias a todos. Es hora de que se diviertan de verdad, vayan a tomar sus posiciones... Por cierto, ¡suerte! –ironicé y corrí aún más rápido de lo que ya iba.

Conforme me acercaba a la guarida mi corazón iba tomando un cierto sinsabor, un rencor que quería dejar salir y unas ganas de llorar como niñita, porque la realidad jodía.

¿Cómo matas a la persona que amaste alguna vez? ¿Cómo desenchufas a tu cerebro del corazón? ¿Cómo le explicas a tu estúpido corazón que te vieron la cara de idiota? ¡Cómo!

--Edward... –dijo apenas con un poco de voz.

¡Eh ahí tu respuesta idiota! –me contesté con el coraje volviendo a renacer en mi fuero interno.

Ahora era la soledad y yo… contra el amor por el maldito chupasangre.

***

La oscura noche, sin Luna, caía sobre el estado de British Columbia, Canadá. El lugar exacto donde habíamos armado la guarida estaba ubicado en el Atlin Provicial Park, casi en los límites con Alaska, para que no hubiera manera de que las sanguijuelas la hallaran fácilmente.

En cuando me interné en la pequeña cabaña, situada alrededor de la nada dentro de la inmensa tundra volví a escucharla llamar a ese malnacido.

Una onda de calor bajó por toda mi columna vertebral, quemándola a través de su recorrido, punzó de momento en la boca de mi estómago y rugió en alguna parte de mis vísceras.

No sé por qué, quizá por masoquista o porque mi mente quería que la odiara para hacer menos pesada mi próxima tarea, pero esa manera de nombrarlo me hizo imaginar hasta el último detalle del motivo que causó que sus padres me aborrecieran… La visualicé besándolo con pasión, tocando su asqueroso cuerpo, gozando enfermizamente su cercanía, rogando que sus caricias no pararan, deleitándose con cada campo que ganaban sus lujuriosas manos, moviéndose al vaivén de sus fatales instintos. Tuve el sentimiento al borde de mi garganta, pude evadirlo, sin embargo dejé que llegara a lastimarme, lo necesitaba para no caer en sus redes una vez que la volviera a ver tan cerca de mí, indefensa y asustada. Era la rabia del despecho en su más pura expresión lo que había dejado invadir a mi corazón.

Gruñí tan fiero que me sorprendí por el coraje que le tenía aún.

¡Cómo eres imbécil! –Me regañé— ¿Por qué la habrás amado?

A pesar del agotamiento físico hinqué con fuerza mis garras delanteras en el suelo de madera y lo rasguñé con severa furia.

Eres una zorra. No merecía tu vil traición. Y pensar que hasta puse mi vida en riesgo para salvar la tuya. ¡Mierda!, ¡por qué con él! Eres una maldita –los sollozos de mi parte humana comenzaron a tambalear mi fisonomía lobuna.

Gruñíuna sarta de incoherencias por el dolor que seguía vivaz en mi desquebrajado pecho, e inmediatamente, con los colmillos, rompí en un santiamén los lazos con los cuales la habían amarrado a mi lomo Sam y Jared. Fue un acto como cualquier otro, pero para mí, en ese momento, fue verdaderamente simbólico.

Dejé que cayera sobre la cama.

Lo mínimo que me debías era haber sido sincera… —reclamé mientras la veía con el coraje contenido.

Ni siquiera con el rebote de su cuerpo sobre el colchón despertó, claro, sus asquerosos sueños necrófilos eran tan vívidos…

Di la media vuelta, asqueado de saberla sucia por dentro.

Con cada paso que daba lejos de ella cambié de fase. Los sentimientos se intensificaron al volver a mi forma humana. Respiré para tranquilizarme tantas veces me fue posible. Mi cuerpo desnudo no sentía los verdaderos estragos del frío –y estar en Canadá con varios grados bajo cero, no era cualquier reto—. Pensé en prender la chimenea mientras me calmaba, pero llamaría la atención la humareda, así que mejor fui directo a las prendas que había guardado previamente, saqué de una de las bolsas de la cazadora negra un botecito con píldoras que me había automedicado para este momento.

--Así que… Diazepam–leí el nombre del frasco y puse dos de las pastillas amarillas en mi boca y las tragué—, has lo tuyo para que esta vez no me arrepienta de mis actos.

Sentí deslizarse a las píldoras por mi garganta, en lo que hallaba el mejor escape a mi coraje, en eso escuché un sonido, me di la media vuelta para captar de donde provenía.

--Te has de congelar sin mí, ¿no es así? –musité enfadado.

El sonido era de la neverita tiritando de frío, sus dientes castañeaban, sin embargo eso no la despertaba. Rodé mis ojos hastiado.

--¡Genial! Será mejor que mueras de hipotermia a inanición. Se te parará el corazón… como siempre has deseado –musité sarcástico.

Cuando terminé de ser mordaz con mi futura víctima me giré nuevamente y tomé el celular, el único medio de comunicación allí, con tan poca recepción como para desesperar a cualquiera.

Respiré hondo y marqué a Billy. No pasó ni tres timbres cuando su voz hizo estruendos en el teléfono.

--¡Jacob! –contestó mi padre.

--Sí, ya estoy acá. ¿Cómo van las cosas?

--Extrañas hijo. Aún no han salido de su escondite… parece que están esperando algo.

--Seguramente al idiota que les hace falta.

--Es lo que piensa Sam.

--De acuerdo, yo no creo demorar mucho. ¿Qué le dirás a Charlie?

--Todavía no lo sé. ¿Tú estás bien con esta parte del plan?

--Sí –mentí—Debo irme, tengo algunos pendientes por aquí.

--Jacob, escúchame antes: No importa lo que pase, te apoyaré en cualquier decisión que tomes. Sé cuánto significaba…

--¡Papá, basta! –Lo interrumpí con un tono grosero—No soy un niño, puedo manejar las consecuencias de mis decisiones, ¿de acuerdo?

--Adiós Jake –contestó triste y me vi envuelto en remordimientos.

Reflexioné por microsegundos mi actitud y supe que esta podría ser la última vez que hablara con el viejo. Y como cliché de película, vi pasar mi vida al lado de sus cuidados y su apoyo incondicional, desde la muerte de mi madre hasta la depresión y hundimiento de mi mismo cuando Bella me botó.

--Discúlpame papá, estoy alterado, ha sido un viaje muy pesado –hablé con mejor disposición—Gracias por preocuparte, nunca te lo he dicho, pero has sido un excelente padre –no quería sonar fatalista, ni que notara mi suposición, no aún, porque mi viejo se merecía todo, menos el dolor de la que podría ser mi muerte—Gracias.

Hubo un silencio, un incomodo silencio, una pauta para dejar que el futuro daño cubriera de luto nuestros corazones.

--Te amo padre –mi voz se entrecortó.

Escuché como respiró dificultosamente.

--¡No, Jacob Black! –exclamó con la frustración permeándole la voz.

--Diles a mis hermanas que las amo si… —los ojos empezaron a resquemarme—. Adiós papá. Te amo.

Escuché como se trababa su voz al intentar responderme, sin embargo no le di oportunidad de decirme nada más; colgué y destruí de un solo apretón el aparato. Ahí lo dejé, en mi puño, sosteniendo el apocalipsis que me sucumbiría en unos momentos.

Apreté mis parpados, mientras mi cuerpo se tensaba, el llanto emergió a pesar de la barrera que le había puesto,

¡Diablos! –recriminé con toda la tristeza del infinito cayéndome encima.

Una de mis manos arremetió brusca a quitarme lo que pudiera de las lágrimas de mis mejillas. En la inmensidad de la soledad es imposible continuar engañándose a uno mismo.

--Morir por ti… –susurré dejando que las tiernas imágenes del pasado se extrajeran, mientras le daba un vistazo a la único ser del universo que me había vencido— Y a pesar de todo.

¡Mierda! Como odio que me hayas enloquecido así –pensé.

--Definitivamente sigo siendo un imbécil –murmuré agotado, con la daga enterrándose definitivamente en mi corazón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

oye disculpa subist el 27 y t falto subir el capitlo 26..

Anónimo dijo...

ups sorry por el comentario anterior si, lo 'qpasa es q' t equivocast con el titulo.....

club crepusculo dijo...

si jajajajaj cierto me equivoque en el titulo sorry lo siento en verdad pero ya corregido ahora si es el 26 jajajajajja byeeeeeeeeeee!!!