miércoles, 11 de noviembre de 2009

6º capitulo "Certezas"

Nota 6: Las canciones que inspiraron originalmente este capítulo fueron Sweet dream en la versión de Marilyn Manson y Monsoon de Tokio Hotel;pero la musa rockera nos hace la recomiendación, siempre certera de unas canciones geniales: Why does it always rain on me de Travis y Endless sacrifice de Dream theater.

6. Certezas

Bella PVO
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Nadaba en el lago, por extraña que pareciera mi actitud esa actividad me relajaba. Creo que tenía la necesidad de regresar a ese lugar a perdonarme y desasir tanto dolor.

En mi transcurso me encontré el bote flotando a la deriva. Me subí en él para poder observar con mayor detenimiento el cielo. Me senté, la brisa recorrió mis mejillas y en vez de hacerme estremecer la sentí cálida y apetecible. Cerré los ojos para disfrutarla, traía un olor dulcísimo, no eran floral, ni frutal, era otra esencia. Abrí lentamente los ojos, el amanecer se postraba en el cielo, mostrando diversos colores purpúreos entre la oscuridad que hasta hace unos segundos cubría.

Vi volar algo muy cerca del bote, por la proporción del animal me imaginé que era un ave. Volví la cara a la luna antes de que desapareciera. Traté de buscar la Estrella Polar pero no la encontré, cosa rarísima, tal vez el amanecer ya la había camuflajeado. Pensaba en las alternativas para tal suceso y de repente sentí pasar al ave detrás de mí. Ladeé mi torso para ver, no hallé nada a mis espaldas. Regresé a mi posición original, era enternecedor observar el la suntuosidad del cielo. Algo cosquilleó en mis piernas desnudas y me hizo bajar la mirada, sorpresivamente tenía frente a mí, en mi regazo, un murciélago. Un pequeño animal negruzco, con alas semiextendidas, acurrucado entre mis piernas, parecía cómodo, sin motivación alguna de apartarse.

No sabía qué hacer. No me causaba repugnancia o miedo el animalucho, pero no era precisamente lo que yo trataba de encontrar. Me mantuve quieta en lo que razonaba mis movimientos.

Mis opciones eran simples: Si lo tomaba para quitármelo, podría enfurecer y hacerme daño; si lo dejaba hasta que se fuera por sí solo tardaría demasiado –aunque si me detenía a analizarlo, de los dos modos, tal vez, me lastimaría tarde o temprano--. Ultimé en la primera opción.

Con precaución, recordando que los animales sienten el temor de los humanos, lo cogí de sus alas con la mano derecha. El murciélago no opuso resistencia, antes al contrario, se dejo alzar. Estaba apunto de soltarlo, para que se fuera volando pero éste se aferró a mis dedos con sus garritas, y con sus pequeños colmillitos me mordió la palma de mi mano, cerca del dedo pulgar. No me dolió en absoluto pero me asusté al ver brotar mi sangre. Así que lo liberé lo antes posible, asiéndolo con las dos manos e impulsándolo hacia arriba.

Descuidadamente, en el tiempo en que soltaba al murciélago, las garras de éste, sacaron el anillo de mi dedo, tirándolo al lago. Me incliné rápidamente para ver si todavía podía alcanzarlo y extraerlo del agua antes de que se hundiera más, pero era inútil, no lo veía por ningún lado. Suficiente mala racha de suerte con Jacob como para contarle que había perdido –sin querer-- el dichoso objeto. Un soplido intempestivo sacudió el agua, me hizo voltear a mi derecha por acto reflejo y lo siguiente que apareció fue un enorme lobo saltando, en posición de ataque, contra del murciélago, que no percaté, hasta que estuve violentamente tirada boca arriba en el piso del bote, debido al impacto, que seguía rondando ahí. Ambos se sumergieron en el agua.

Me angustié, quería encontrar los remos del bote y salir del lago. Lo peor fueron las turbulencias del agua, lo complicaban todo. Las ondas provenientes del clavado de los animalejos terminaron por volcar el bote, haciéndome caer a las profundidades.

No pude más y desperté empapada de sudor. Era una terrible pesadilla. Temible.

El reloj marcaba las cinco y cuarto de la mañana, muy temprano para despertarme y muy tarde para emprender el descanso de nueva cuenta; dentro de una hora y media tendría que ponerme de pie: ducharme, desayunar y salir rumbo al colegio. Definitivamente no me convenía dormirme.

La madrugada apuntaba a que el clima iba a estar pésimo, olía la humedad desde mi cama, y con base en la oscuridad predominante era un hecho irrefutable que el cielo iba a estar nublado y con lluvia a lo largo del día. Me desconcertaba la facilidad con que cambiaba el clima en este lugar. Todo a su alrededor mutaba con una destreza sin igual. Todo.

La opción más atrayente para mi insomnio premeditado era meterme a la red a descubrir la respuesta de mi madre. Prendí la computadora, en cuanto estuve inmersa en mi e-mail, me surgió la curiosidad de conectar mi Messenger, a lo mejor encontraba a alguien con quién charlar y olvidar el mal sueño… y la mala noche que taladraban incesantemente mis pensamientos. Como era de imaginarse, a esas horas, nadie de mis contactos frecuentes estaba conectado. ¡Qué fastidio! De momento, e imprevistamente la alarma distrajo mi mal humor, un contacto se conectó. ¿Jared, a estas horas? ¿Qué le habrá pasado? Los hombres lobos o estaban deambulando o dormidos, pero jamás en sus cinco sentidos ¡a las cinco de la mañana!

El contacto no aparecía como registrado con un nombre propio, sólo con la cuenta del servidor: dimidii_solis_tibi. Suponiendo que tuviera algo el chico –y siendo éste amigo de Jake-- lo menos escabroso sería mandarle un saludo, lo demás vendría por añadidura. En todo caso de no ser Jared, conocería la identidad de esta persona en pocos momentos.

Bella dice:

*hola, stas bn??

dimedii_solis_tibi... dice:

*¿Bella?

Bella dice:

*sí, a quién sperabas??? sta es mi cuenta tonto.

dimedii_solis_tibi... dice:

*Tienes razón. Sin embargo me asombra hallarte, no es que dude de mi memoria, pero suponía que habrías cambiado tu cuenta.

Bella dice:

*y xq haría eso??! hablando de incoherencias, q haces despierto aún?

dimedii_solis_tibi... dice:

*Quisiera responderte esa pregunta más que a ti… a mí mismo.

Bella dice:

*Jared t encuentras bn??

dimedii_solis_tibi... dice:

*¿?

¿Sigues siendo novia de Jacob Black?

Bella dice:

*m exaspera q los lobos sean así!!!podrían dejar el chisme psíquico y patrullar por una vez?! nos peleamos, sólo fue eso, ok.

Bella dice:

*en conclusión: SÍ, UN ROTUNDO SÍ, SIGO CON JACOB.

dimedii_solis_tibi... dice:

*¿No te ha lastimado?

Bella dice:

*Jared, d vdd, sólo fue una pelea de novios, no me ha lastimado. Tú sabes q no se atrevería hacerlo.

dimedii_solis_tibi... dice:

*Entonces, ¿eres feliz?

Bella dice:

*sí lo soy. Jake es un poco precipitado, pero m hace sentir especial. Lo amo.

Bella dice:

*q tienes?? t puedo ayudar en algo??suenas extraño.

dimedii_solis_tibi... dice:

*Es el desconcierto.

Bella dice:

*m imagino, debes haberte alarmado. T repito: no m hizo ningún daño. Todo en orden.

dimedii_solis_tibi... dice:

*Tengo que irme, fue un placer saber de ti en esta madrugada Bella. Cuídate mucho. Sigue conservando tu felicidad.

Bella dice:

*Grx, tmbn fue grato hablar contigo, estaba pasando por una mala noche, necesitaba distraerme.

dimedii_solis_tibi... dice:

*Espero que tu mala noche se debiera a una pesadilla… Me da alegría haberte servido de algo, por fin. Me despido. Bye.

Estaba contestando ese último mensaje y Jared ya se había escabullido, no me dio tiempo ni de despedirme adecuadamente. Pronto lo vería y le reclamaría su premura.

Las horas se habían esfumado y era momento de regresar a mi cotidianeidad, emprender un nuevo día en Forks.

Oh, genial. Los pasos de Charlie se oyeron salir del baño, ¿desde qué hora se había levantado? Ya ni para qué especular, sabía de mi insomnio. El desayuno se vislumbraba como un tremendo fastidio. Pasó y dio unos toques bruscos a la puerta, cómo si no supiera que ya estaba en pie.

--Ya te oí papá –grité.

***

Mi mochila estaba encima de la mesa, mientras preparaba waffles y café para los dos. En seguida que Charlie entró a la cocina, lo primero que hizo fue bajar de mal modo mi morral, quería por todos los medios mostrarme que su enfado era cosa seria. Por mi parte le pasé su plato amablemente, tratando de recabar méritos, de verdad no anhelaba iniciar el día con otra discusión, aparte de la de Jake. Pero todo apuntaba para allá.

Comimos en silencio, me sentía triunfante a dos bocados de mi alimento, casi victoriosa por esquivar el enfrentamiento. Me paré a dejar mi plato y vaso al fregadero y cuando iba directo a tomar mis cosas para huir a la escuela, Charlie incursionó en su regaño. Maravilloso.

--Señorita estás metida en un gran problema. Mas te vale venir directo a casa después de con los Newton. A partir de hoy no hay permisos. Ok.

--¿Puedo refutar? –me incliné, apoyando mis manos en la mesa.

--¡Refutar! Isabella Swan has llegado al límite –dijo molesto.

--Papá, por favor –imploré--, han sido sólo unas cuantas veces que he entrado tarde a la casa.

Me incorporé para dar énfasis a mis declaraciones, con Charlie, el terco, había que hablarle con todas las tonalidades de voz que se pudieran usar. No me coartaría mi libertad. Menos ahora que me urgía arreglar los malentendidos con Jake.

--¿Unas veces? Ya no me respetas Bella.

“Atropellas sin consideración mis órdenes, ayer fue el ejemplo genuino de ello. Te dije que no tardaras y cuatro horas más tarde, la niña entra a la casa.

¿Las tres de la madrugada te parecen temprano?” –se levantó de su asiento, la pelea iba en serio.

--Ok, ok, pero estaba aquí –desvié la mirada en dirección a la ventana--…afuera… por aquí, no exageres.

--¡Qué no exagere! No te mandas sola jovencita. Tus 18 años y tu insuficiente independencia económica te restringen a seguir bajo mis reglas. Lo quieras o no –su voz sonaba con un tono enérgico.

--A ver, a ver, de lunes a jueves me mantengo en la escuela sacando buenas notas, voy al trabajo y llego a la casa a atender mis deberes, sin ningún reproche. Y por ciertas veces que sobrepaso TUS limites, ¿me gano la cadena perpetúa?

--Sí, así es.

--Es injusto, no lo acepto –ahora iba a jugar con la carta de la rebelde, mi voz sonó amenazadora.

--Pues tendrás que hacerte a la idea porque estás castigada hasta nuevo aviso.

--Y ¿cómo pretendes obligarme a ese castigo? ¿Vas a mandarme a todo el escuadrón de la policía de Forks? Te lo advierto de una vez: ni te atrevas papá, no pienso vivir encerrada cuando tengo problemas que arreglar –mi mirada se había encolerizado.

--A eso vas a orillarme, a cuidarte a mi manera –palmoteó en la mesa de la cocina de forma estruendosa—Si tengo que andar yo mismo yendo a recogerte a tu trabajo lo haré. Tienes que aprender a respetar a tu padre Isabella.

--Hazle como quieras, yo necesito arreglar unos asuntos con Jacob y lo único que lograras con esa amenaza es que haga las cosas a escondidas de ti. Voy a seguir visitando La Push después del trabajo, te guste o no.

Me di la vuelta, acercando mi mochila a la barra. Estaba a punto de reventar del enojo.

--Voltea a verme jovencita –me reclamó, yo volteé con mala gana—Esa relación con Jacob te ha vuelto una rebelde, no sé qué hacer con tu actitud; en un principio te di rienda suelta para acercarte a él, con el propósito de que volvieras a ser tú, sin embargo con el paso del tiempo creo que el chico Cullen era más coherente con tu seguridad que Jacob. Tan siquiera él respetó, y te hizo respetar, los toques de queda –insistió con tono desaprobatorio.

Esta vez se había pasado Charlie con sus palabras, mi coraje se desató y no pude tranquilizarme, estoy segura que nunca me había molestado tanto en mis dieciocho años.

--Te suplicó que no los compares –le grité a Charlie--, no tienes ni una remota idea de quién es Jacob.

--Sí, en eso tienes razón, no tengo idea, pues lo creía más apropiado para ti que a tu exnovio. Pero, como tampoco sé qué tipo de relación lleves con él… Y nada más te advierto una cosa Isabella Marie Swan, si sales embarazada de él, echaras a perder tu futuro, y antes que pase eso prefiero mandarte de regreso con tu madre.

--¡Ah! Así que es eso… Son tus miedos y tus especulaciones de mi vida sexual con Jacob, ¡perfecto! Si eso es lo que piensas de mi relación con Jake, de mis comportamientos subversivos y de mi poca capacidad para cuidar mi bienestar, entonces lo mejor será que me largue de aquí –tenía las lágrimas brotando a centenares de mis ojos, definitivamente ésta no era mi semana.

Tomé mi mochila y salí disparada, por primera ocasión mis pies no tropezaron ni mi coordinación había hecho de mí una burla. Saqué apresuradamente de mi morral las llaves de la moto, que siempre llevaba conmigo, me acomodé el casco con premura y antes de que Charlie pudiera siquiera gritarme que regresara, yo ya iba por la carretera a toda velocidad, sin rumbo y retumbándome el viento en el cuerpo.

***

Conduje durante dos horas aproximadamente, escapando de Forks, La Push y cualquier sitio que pudiera controlar Charlie. Iba sobre la 101, en dirección opuesta a los poblados comunes entre la gente de Forks, me fijé ir hacia el sur, avanzaría hasta donde pudiera, retiraría de mi cuenta de ahorro el dinero suficiente para sobrevivir mientras tomaba una decisión. Una semana de receso forzado no afectaría a la escuela.

Tal vez mi destino era regresar al lado de mi madre, como lo había dicho Charlie, allá era feliz y nunca me sucedió nada que lamentara. La Universidad de Florida, no era fea y cumplía con el requisito para aceptarme, me alejaría de todo lo surreal que deambulaba en mi vida desde hace dos años. El sol me sanaría por fin. Extrañé tanto la calidez de éste –el cielo en esta parte del país era gris--. Extrañé la confianza que me ofrecía mi madre; si lo anterior me hubiera pasado bajo su custodia, apostaría a que me apoyaría, entendería por qué necesitaba estar haciendo ese tipo de contradicciones y jamás le hubiera faltado al respeto a mi relación amorosa. ¿Cómo se atrevía Charlie a comparar a mi Jake con el chico Cullen? Qué le sucedía, ¡vaya, ni yo lo hacía!

Jacob… Qué horror. Yo luchando por no ser encarcelada para poder ir a verlo y ahora a miles de kilómetros de él. Se iba a infartar en cuanto se enterara de mi aventura. Creo que ocasionaría una herida más profunda cuando supiera que no fui directamente a buscarlo. El saberme lejos de casa, de la seguridad que él mismo me había brindado durante un año de sacrificio lo enloquecería. ¿Sabría hallarme? Sin divagar mucho, seguro sí, o al menos deduciría antes que mi padre para dónde había tomado camino.

Jake… perdóname. Su rostro aún se plasmaba en mi mente, esa expresión de sufrimiento puro era una daga en mi corazón, lacerándome. ¿Quién me creía para haberle infringido semejante tortura? Lo peor fue que no pude mentirle, nunca. El transcurso del noviazgo había sido una especie de metáfora para él, soportando mis altibajos y mis inconstancias sentimentales. Dentro de este desbarajuste de realidades el monstruo era yo. Acusaba injustamente a un vampiro de mi desequilibrio cuando la ponzoña la tenía yo. Cada sensación de mi interior me pedía a gritos estar a su lado, absorber su energía, sin detectar la agonía de mi victima; sin embargo lo amaba, realmente lo hacía. Pero entonces ¿en qué me convertía cuando no estaba con él?

--¡¿Por qué, por qué, por qué?! –refunfuñé.

Aceleré la velocidad de la motocicleta en reacción a mi frustració carretera vacía aumentaba mi soledad y el clima grisáceo mi desesperanza.

¿Y si desaparecía? Lo único valioso que había hecho desde hace dos años era acercarme a concluir la preparatoria y sobrevivir a los motivos mortuorios que me rondaban. Nada más. Todo lo que podía contar respecto a mi vida afectiva apestaba.

¡N-o pue-de s-e-r! Un aguacero comenzó a caer. El agua empapó mi ropa en dos segundos y bajo la cortina de lluvia me pareció perderme en los infiernos… infiernos húmedos. Lo peor fue sentir el viento, si de por si ya el frio era insoportable, con la ropa húmeda se intensifico el malestar, sentí que mis articulaciones se comenzaban a entumecer, el jeans se me pego a la piel entorpeciendo todavía más mis movimientos, sin embargo justamente en ese instante de desesperación agradecí fervientemente a mi novio por enseñarme a manejar la motocicleta bajo todo terreno, pues de no haber sido así yo estaría revolcada en el suelo. Por todo el atolladero de sentimientos que invadían mi mente me costaba trabajo mantenerme, se requería bastante peripecia para mi escueta experiencia. Concentración Bella. Concéntrate. Tuve que tomar el control del asunto. Concéntrate, tú puedes. Me angustiaba no ver más allá de cinco metros delante de mí, eso indudablemente me aterró. Además el viento rugía, tal como si cerca se localizara un huracán, obviamente la gelidez punzante en mis venas y el escozor del frío en cada movimiento que tenía que hacer tambaleaba el vehículo.

Algo andaba muy mal con mi suerte ¿Qué otra cosa me faltaba para completar el círculo?

--¡Aaaaaahhhhh! –grité.

Un trueno sacudió la tierra, di un pequeño salto del asiento de la moto por la conmoción. Mi corazón iba a estallar, el susto me descontroló en todos los sentidos, pensé que perdería el control del vehículo, sin embargo un instinto celestial me ordenó inclinar mi cuerpo y subir la velocidad –en una situación como ésta el límite de 110 kms/hrs valía lo mismo que un cacahuate--. Aceleré.

--Bendito casco de protección –musité.

Ver sin problemas al horizonte aminoraba el desasosiego de lo demás. Aferré mis manos al manubrio, con el agua era sencillo que resbalasen. Las gotas de lluvia golpeaban fuerte mi espalda, hasta llegar al punto de ser molesto; me urgía escapar de este tramo de la carretera.

A lo lejos se empezaba a dibujar un coche que venía en dirección opuesta a mí. También a su máxima velocidad.

--Y eso que tú vienes en el resguardo de tu auto… --dije.

Mientras se acercaba divisé que era un Porsche amarrillo, ¡¿a caso el propietario no se sentía lo suficiente exótico ya?! Sabía de alguien a quien hubiera entusiasmado ver semejante carro: Jacob Black. Si sobrevivía a ésta, en el siguiente poblado me comunicaría con él para informarle qué tipo de automóvil había visto bajo la tempestad más horrenda de los E. U. A., y claro decirle dónde diablos andaba.

Cuando estuve a dos metros de éste fue forzoso voltear a ver al parabrisas, aún con la encomienda de estar al tanto del equilibrio de mi motocicleta bajo un piso tan resbaladizo, total más inconsciencia que andar bajo la borrasca en mis condiciones, no creo que existiera. En segundos la distancia del carro estuvo a un costado del mío; mi cabeza siguió el curso del movimiento del Porsche. Mis ojos no se apartaron ni un segundo de él. El conductor del flamante automóvil imitó mi acción. Un calor incómodo, parecido al que se siente cuando te han impresionado desagradablemente, recorrió mis piernas, mi columna vertebral y se estacionó en la boca del estómago; los nervios me invadieron cada poro de mi piel. Sentía mi nuca tensa.

--¡Oh por Dios! –dije aterrada.

Mi mano derecha se deslizó sin querer, debido a la lluvia y a mi falta de concentración, y como perdí momentáneamente el manubrio, cuando quise asirlo otra vez, por la premura de no desequilibrarme con las corrientes de viento que azotaban, presioné el freno, haciendo derraparse la moto, ladeándose agresivamente.

--¡OH POR DIOS!

El piso húmedo bailó la motocicleta, di dos giros completos con ella antes de salirme del carril e irme a estampar con el pasto. Antes de seguir apresada junto con el vehículo, en el último giro que dio, ya sobre el campo, solté mis piernas y mis manos, forzándola a dejarme en el camino, recordé que Jacob me había dicho muchas veces que cuando una moto se sale de control es mejor saltar antes que seguir su trayectoria y sufrir un percance más peligroso, pero con el shock de la carretera mis neuronas no reaccionaron a tiempo, sino hasta que estuve en contacto con el suelo.

La moto dejó de moverse, se encontraba a un metro de distancia de donde yo yacía, pues la velocidad en la que venía obligó al vehículo a seguir en el ruedo hasta desprenderse de la dinámica de movimiento.

La tormenta seguía incesante, sin tregua. Sólo podía sentir las gotas caer en mi pecho y oírlas a través del casco una tras otra. El miedo me había aconsejado tener los ojos bien cerrados durante el siniestro. Mi respiración se hallaba fuera de órbita y mis músculos irreconocibles para los mandatos de mi cerebro.

Bendito casco de protección –volví a pensar.

Un fuete dolor en mi muñeca izquierda me insinuaba que había sobrevivido, o estaba en plena ante sala de la muerte, porque para ser sincera sí me dolía enormemente, pero tan siquiera pensaba y sentía aún. Lentamente abrí los ojos, me preocupaba ver cómo había quedado después del apocalipsis. Rogaba por que no existiera el menor indicio de sangre a mi alrededor.

Con un poco de fuerza flexioné el abdomen a cuarenta y cinco grados, fue todo lo que pude porque después me deje caer bruscamente al suelo; el esfuerzo era demasiado como para inspeccionar a profundidad, además con lo observado me bastaba, por ahora. Cero sangre, cero huesos rotos. Con el brazo derecho inicié la batalla para quitarme el casco, Auch, auch; logré sacarlo. Pero aquí fue cuando supe que el cuello también estaba lastimado.

Permanecí inmóvil, la lluvia fría permitía bajar mi alta temperatura corporal, ocasionada por el susto; mis cabellos me tapaban la mitad de la cara, y con el agua cayendo a borbotones el efecto que tenían era semejante al de una calcomanía, todo mi cabello estaba adherido a mi piel, pero estaba tan cansada que no los retiré.

Debían de haber pasado dos minutos desde que me hallaba consciente en el suelo, cuando de repente reaccioné al sonido de una voz. Mi mente se revolucionó nuevamente, el corazón se sobresaltó.

--¿Necesita ayuda? –Gritó, por el ruido de la tormenta, a unos cuantos metros lejos de mí-- ¿Está bien señorita? –Su acento era particularmente peculiar. ¿Sería italiano?

Pero a todo esto, ¡qué tipo de pregunta era ésa!, ¿acaso me veía genial?

Me quité, con la mano buena, el cabello de la cara para poder ver adecuadamente y me traté de enderezar.

--Oh por favor, no… --pensé con angustia--. Esto no me puede pasar.

La milésima fracción de segundo que vi, antes de que me volcara, regresó a mis recuerdos.

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