viernes, 12 de febrero de 2010

Reencarnacion Capitulo 4

Reencarnacion Capitulo 4
Rosalie Hale Pictures, Images and Photos
Esme POV
Cuando Emmett y Carlisle se fueron, Rosalie se fue a su habitación, le di unos cuantos minutos para ella misma. Luego, me paré del sillón y me dirigí a su habitación.
Subí las escaleras lentamente. Cuando estuve frente a la puerta toqué suavemente. Rose solo respondió con un suave “Pasa Esme” abrí la puerta y la vi sentada en la cama abrazando una almohada.
Me dio mucha tristeza y ternura el verla así. Me senté junto a ella y la abracé, no le dije nada solo le brindé mi apoyo, le acaricié su cabello mientras le hacía sonidos tranquilizadores. Ella solo sollozaba sin lágrimas.
- ¿Hija qué ocurre? – le pregunté mientras la mantenía abrazada.
- Todo esto es culpa mía, Emmett está sufriendo por mi culpa – Rosalie me abrazó.
- ¿Por qué dices eso nena? – yo sabía que no le gustaba que la trataran como a una niña, pero este momento era una excepción.
Rosalie se paró de la cama y la vi aproximarse a un rincón de su habitación. Movió uno de los tablones y de ahí sacó una cajita. Volvió a poner el tablón y regresó a sentarse junto a mí.
Me dio la cajita y yo la abrí. Dentro vi una foto de una joven, era muy hermosa, pero no tanto como mi niña. Luego vi las cartas y las leí, todas ellas para Emmett del amor de su vida.
- ¿De dónde las sacaste Rose? – le pregunté mientras ella me volvía a abrazar.
- Las tenía Emmett en las manos el día en que lo encontré.
- ¿Él no las ha visto verdad? – Ella negó con la cabeza – Rose ¿Por qué?
- Yo…tenía miedo de que la fuera a buscar…y me dejara – respondió ella – luego, no quise por temor a que se enojara conmigo y me dejara de amar.
- Pero cielo, lo que hiciste estuvo mal, fuiste muy egoísta.
- Lo sé, pero no quería, no quiero perderlo.
- Rose pero ahora tendrás que enseñárselas, decirle por qué fue que esa chica se le hizo conocida.
- ¿Y si después de eso ya no me ama?
No supe que decirle, pues yo también sabía que cabía la posibilidad de que Emmett se enojara con ella y que la dejara por la otra joven. No quería pensar que aquello fuera a suceder.
No podía imaginarme qué pasaría si Emmett la dejara, si se iba con la otra. Rosalie le había dado tantas cosas. Además dudaba mucho que aquello fuera a pasar.
- Tendrás que aceptar lo que pase, sea lo que sea – le respondí después de meditarlo un poco – Emmett decidirá qué es lo que hará, pero tú tienes que aceptar que eres responsable de esta situación. Sé por qué lo hiciste, pero no estuvo bien ocultarle eso Rose.
- Yo lo amo.
- Y No dudo que él también te ame, pero ahora tendrás que aceptar las consecuencias de tus acciones Rose, el motivo por el que lo hayas hecho no lo justifica. – Rose no me dijo nada – y quiero que sepas algo hija mía, pase lo que pase, decida Emmett lo que decida, siempre, siempre serán parte de esta familia, los dos.
- Gracias mamá.
- Espero que hagas lo correcto Rose, sé que lo harás – le di un beso en la frente y la dejé sola.

Emmett POV
En el momento en que me bajé del auto me fui a caminar por el bosque, sin rumbo, sin prisa, sin ganas. Que rápido podían cambiar las cosas. Con qué facilidad los sentimientos pueden confundirte.
Jamás había pensado en la posibilidad de encontrar a otra mujer desde que Rosalie entró a mi vida. Lo que más me inquietaba del asunto era que ella no me decía nada, sabía que algo andaba mal conmigo, pero no me había reclamado ni nada.
Eso, sobre todas las demás cosas, era lo que me confundía. Rosalie jamás callaba lo que pensaba o sentía, no a mí. Lo que fuera, siempre me lo decía.
Había pasado tantas cosas a su lado, buenas y malas. La amé desde el momento en que la vi, ahora no podía saber lo que me pasaba. La chica nueva, no me la podía quitar de la cabeza, le daba vueltas y vueltas al asunto y no llegaba a ningún lado.
Decidí que esa noche no podía hacer mucho más, no podía resolver todo en una noche, ahora lo que tenía que hacer era volver a casa y hablar con ella.
Corrí tan rápido como pude hacia la casa, cuando llegué vi que Esme estaba en la sala sentada sin hacer nada. Me volteó a ver y me abrazó protectoramente.
- Ella tiene algo que decirte – me dijo al oído. – Antes de cualquier cosa por favor escúchala.
- Te lo prometo – le dije y subí a mi habitación.
Abrí la puerta lentamente. Rosalie estaba sentada en la cama con una cajita que jamás había visto, entre las manos. Me volteó a ver y pude ver la tristeza en sus ojos.
En ese momento, todo lo que pensaba decirle, se me olvidó. La vi, tan hermosa, tan triste, no supe que hacer.
- Rose yo... antes que nada quiero decir que lo lamento, no debí de haberte ocultado nada – dije sinceramente.
- No tienes porque disculparte Em, la culpa de todo la tengo yo – sus ojos no se apartaban de la caja.
- Rose no digas eso, no todo es tu culpa…
- Sí lo es, Em antes que cualquier cosa pase tengo que mostrarte algo, algo que debí haberte enseñado desde hace tanto – se levantó y me dio la caja – toma, es tuya.
Tomé la caja de sus dulces manos. Ella se sentó en la cama mirándome fijamente. Me senté junto a ella y la abrí. Lo primero que vi fue una foto de la chica, solo que con ropa que se usaba hace noventa años.
Después vi que los demás papeles eran cartas, cartas dedicadas a mí, las leí, una por una. Eran diez en total y todas hablaban de lo mismo. La mujer que las había escrito me pedía una y otra vez que no la dejara, que yo era el mundo para ella, como ella lo era para mí. Siempre decía que ella era el amor de mi vida y que pasara lo que pasara, ella estaría siempre conmigo.
Mientras las leía, algunos vagos recuerdos llegaban a mi mente, entonces noté como en mi corazón se encendía una llama, pues poco a poco iba recordando los momentos que pasé con ella…Valerie Seindher.
- ¿Dónde las encontraste? – le pregunté a Rosalie.
- Las tenías en tu mano cuando te encontré, las tenías…pegadas a tu corazón – Rosalie desvió la mirada. – Jamás te las mostré por temor a perderte, a que fueras en su busca…y me abandonaras.
No supe que hacer, por alguna razón, sabía que debería estar enojado con ella, pero no lo estaba. Tampoco sabía qué decir.
- Em, lo lamento jamás fue mi intención hacerte daño – Rosalie me dijo sinceramente – Jamás pensé que te causaría tanto dolor el no decirte.
- Estoy decepcionado Rose, yo confié en ti, durante noventa años creí en ti – No sabía que decir o que hacer.
- Lo sé.
- No sé que es lo que quiero Rose, no lo sé, lo que sí sé es que no quiero lastimarte, no quiero dañarte.
- Merezco lo que está pasando, todo esto es mi culpa – Rosalie tapó su cara con las manos.
- Tú no tienes la culpa de lo que yo estoy sintiendo – le respondí quitándole las manos de la cara – la duda que me carcome es solo causa mía.
- No intentes consolarme Emmett, si yo te hubiera enseñado esto desde el principio, tal vez el verla de nuevo no te hubiera afectado tanto – cuanto me costaba admitir que ella tenía razón, me dolía tanto el saber que ella fuera la que me puso esta carga sobre los hombros, por su culpa estoy haciendo lo que jamás querría hacer, lastimarla – Pero aceptaré las consecuencias.
La miré a los ojos, pese a la profunda tristeza que había en ellos, pude distinguir su clara determinación a cumplir con lo que había dicho.
No quería ver esos ojos así por más tiempo, no podía hacerlo, quería abrazarla, consolarla aunque por ella estaba así.
La tomé entre mis brazos y la abracé consoladoramente.Después de un rato, cuando me creía lo suficientemente capaz de verla a los ojos, lo hice.
- No quiero seguir así, no quiero quedarme como estoy, Rose – le dije – Necesito saber qué es lo que siento por ella, qué es lo que ella puede decirme de lo que pasó. Pero tampoco quiero dejarte así, eres mi esposa y te amo.
- Vete, encuentra lo que estás buscando, no te preocupes por mí, yo estaré bien, quiero que seas feliz, no importa cual sea el camino que elijas – Tomó mi rostro entre sus manos y lo acarició.
- No puedo, no puedo dejarte atrás.
- No puedes tenernos a ambas Emmett, tendrás que elegir entre ella y yo, sé que es difícil para ti, pues sé que me amas como yo a ti y que yo tengo la culpa de tu sufrimiento y que eso no lo puedo cambiar, pero si pudiera lo haría.
- Lo sé.
- Em, por favor, haz lo que tengas que hacer para que no sufras más, con o sin mí, pero ya no sufras, es lo único que no soporto de esta situación.
Esto es horrible, estoy triplemente confundido. Una parte de mí quiere a Rosalie, sin importar nada, como siempre ha sido; otra quiere ir tras esa chica y desentrañar los misterios que esconde, y otra parte de mí, en el fondo, odia a Rosalie por ponerme en esta situación. Y la odia porque no quiere hacerla sufrir.
¿Qué hacía? ¿A quién obedecía? Voltee a ver a Rose, aún seguía en mis brazos, la sentía tensa y asustada, y culpable.
Acaricié su cabello dorado por un momento interminable. Pronto comprendí que esto era un adiós.
- Te irás – Ella me dijo como si hubiera escuchado mis pensamientos
-No puedo estar a tu lado sabiendo que estás sufriendo, sea la culpa de quien sea, por mí, no es justo.
- No, no es justo, pero no para mí, si con ello pudiera cambiar las cosas no te dejaría ir, no es justo para ti, pues estuviste atado a mí sin necesidad de hacerlo. – Tomé su cara entre mis manos acariciando el contorno de su barbilla, la hermosa curva de su mejilla.
- Estoy atado a ti por decisión propia, porque te amo, porque eres maravillosa, porque me salvaste, porque gracias a ti estoy aquí.
- Y por mi estás sufriendo – Tomó mis manos y las apartó de su cara, pero no las soltó. – Me siento como si hubiera robado algo, como si le hubiera arrebatado a “ella” algo que no es mío: tu amor.
- Tal vez sí hayas robado algo pero no fue mi amor, mi amor te lo entregué por completo y sin reservas, lo que si robaste fue mi corazón antes de que yo lo supiera.
Antes de que pudiera responderme algo la besé, dulce, delicada y pasionalmente. Sabía que sería un último beso, lo que no sabía era si sería el último antes de regresar a ella…y si sería el último que recibiría de Rose hasta el fin de la eternidad.
No quería que las cosas fueran a más, pero simplemente se dio y acabamos haciéndolo, también por última vez. Permanecimos abrazados toda la noche, sin decirnos nada, pero de alguna manera, diciéndonos adiós.
Al amanecer, me levanté de la cama y me vestí. Iría a la escuela pero esta vez, por mi cuenta.
- Lo lamento mucho Rose, pero no puedo seguir así, me voy – le dije mientras ella me miraba desde la cama.
- Lo sé, pero antes quiero que tengas algo – se paró de la cama, se puso un camisón rápidamente y se puso junto a mí – quiero que sientas que no estás obligado a nada conmigo.
- Rose no – ella puso en mi mano su anillo, el anillo que la convertía en mi esposa.
- No lo quiero, no si sé que eso no te hará feliz, no si tú no estás conmigo, no si ya no me amas. – Con sus manos cerró la mía.
- Te amo, eso sí te lo puedo jurar – le dije.
Rocé sus labios con los míos rápidamente y me fui a la escuela en mi Jeep

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