miércoles, 16 de diciembre de 2009

capitulo 16º "Celos"

Nota 16: Las recomendaciones de la musa rockera son, Power of love de Anneke Van Giersbergen, Anger de Elis y Cuéntame de Equilivre.

Un pequeño plus de mi parte es: In the end, Numb y Faint de Linkin Park, ¡amo a este grupo!

Ahora sí:¡QUÉ COMIENCE LA MAGIA!



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y Pictures, Images and Photos

16. Celos

“Baste ya de rigores, mi bien, baste;

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu virtud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos”

Sor Juana Inés de la Cruz

(Esta tarde, mi bien…).

Bella POV

Eran las tres de la madrugada, según la sabiduría de Edward, ya que en mi humana concepción del padre tiempo, las horas no parecían haber transcurrido tan rápido.

A mi alrededor sólo se construía un mundo lleno de felicidad, donde los habitantes, mis células, respiraban naturalmente y sin menoscabo de dificultad.

Edward había logrado detener en mi cuerpo al corazón rebosante de esperanzas y a mi insaciable deseo porque no acabara esta noche mágica.

A lo largo de seis horas lo único que vieron mis pupilas fue a él, y con eso me bastó para no dejarme vencer en el camino. Llevar el paso de un vampiro hubiera sido más complejo de no haber estado enamorada de éste tan irracionalmente.

Supongo que de ser solamente mía la decisión de cuánto permanecer en este idilio, la madrugada no me hubiese bastado; pero mi ángel de la guarda, Edward, había percibido lo loco que corría mi corazón y quizá por tal motivo, después de terminar la segunda entrega de nuestro amor, me aprisionó en sus brazos.

No me iba a aquejar de un repentino cambio, si él seguía a mi lado; como ahora, que me hallaba bajo el cobijo de mi nuevo sol.

Comencé a interrogarme: ¿Dónde y cómo se gestan los momentos mágicos?, ¿cómo pequeñas cosas nos cambian la vida de tajo?

Vi la cara de Edward de reojo, mientras él seguía tarareándome mi canción de cuna y recordé aquella mirada que se cruzó conmigo en la carretera, esa fría y dura mirada: Las pequeñas cosas que cambian el destino… en los momentos menos indicados. Los momentos mágicos.

La canción había llegado a su fin y esperaba a que se repitiera como en otras veces. Pero no, a cambio tuve una melodía más hermosa: la voz de Edward.

--Bella, ¿crees que interrumpiría en demasía tus actividades escolares y la paciencia de tu padre si regresas hasta el domingo a Forks? –musitó e interrumpió completamente el hilo de mis pensamientos.

--Supongo… Sobre lo referente a Charlie. En la escuela ya no hacemos nada. Pero si el que regrese hasta el domingo implica a un chico de apellido Cullen, cuyo nombre es Edward. Estoy dispuesta a correr el riego de hacerlo enfadar –dije pícara y arremetí—Además ¿nunca has escuchado la frase de “más vale pedir perdón que pedir permiso”?

--Bella—canturreó con un tono de desaprobación—No es correcto. Si tu padre me está otorgando la posibilidad de mostrarle otra impresión de mí, lo más sensato sería que aprovechara este golpe de suerte con el oficial Swan. ¿No lo crees?

--Ash… entonces, ¿por qué no le llamas al rato y le preguntas? De todos modos ya son amigos ¿no? –ironicé.

--¡Qué rebeldía la tuya Bella! ¿Qué le hiciste a mi pequeña que se asustaba ante la idea de que su padre la viera con un joven afuera de su casa? –continuó la ironía.

--No le hice nada, simplemente: maduro –hice una pausa—. El dolor me hizo crecer. Ya no le tengo miedo a Charlie… Allá afuera hay cosas peores –musité tratando de que mi comentario sonara común.

La respuesta pareció darle un golpe bajo, pues me apretó con fuerza a su pecho.

--Ya no volverás a estar sola Mi Vida. Te lo prometo.

--¿Me lo prometes? –supliqué y después le besé su pecho desnudo.

--Te lo prometo por lo que resta de la eternidad –declaró y besó mi cabeza enmarañada.

--¡Eso es darle confianza a una chica! –solté una risita y encaminé mi curiosidad a lo que había comenzado nuestro dialogo—Edward, regresando al tema: ¿hay algún plan de por medio?, ¿por qué le vas a pedir –enfaticé a la segunda persona gramatical—a Charlie el permiso?

--¿Le voy a pedir? Señorita Swan, hija de Charlie Swan –destacó el apellido—: le VAMOS pedir. Yo le comentaré el plan… tal vez utilicé un poco de persuasión, cierto; pero tú pedirás el permiso. Tú eres la hija. ¿No querrás que me acuse de secuestro? –dijo juguetón.

--Ya soy mayor de edad y no se toma como secuestro si yo estoy de acuerdo. Y ahora que lo analizo mejor… tú tienes más años de vida que él. Así que el verdadero adulto aquí eres tú. ¡Qué ridículo si lo vemos desde este punto de vista! ¿No? Pedirle permiso a Charlie… –Solté una risa irónica ante la idea— Bueno, como sea, ¿me contarás qué planes tienes?

Respiró con esfuerzo y me sentí fatal por estar obstaculizando su paz interior, así que me alejé de su nariz lo más que pude.

--No tenías porque hacerlo, sin embargo: Gracias –masculló apenado—. Bella ¿Te gustaría ir a Alaska?

Hice un sonido sordo al recordar qué significaba Alaska. ¡Cómo lo había olvidado! La familia Cullen lo esperaba desde hace dos días. ¡Qué descuido el mío! Cuando antes debía de ir a Alaska… pero alejarme de él… Espera tonto corazón, reflexioné y volví a escuchar sus últimas palabras en mi mente, antes de marchitarme por la separación. ¿Me estaba invitando a Alaska? Sí. ¡Yo iría a Alaska!

Tragué saliva al darme cuenta de la realidad.

Con un cariño, sin igual, cruzaron por mi cabeza las caras de Carlisle, Esme, Alice, Emmett, Jasper… y de repente mi optimismo se vino abajo al ver a la diosa de la belleza: Rosalie, odiándome más todavía por retrasar a su hermano.

Solté un suspiro y con ello le transmití a Edward mi angustia.

--Auh –se quejó y exhaló—Eso no se siente nada bien Bella, ¿qué pasa? Dímelo. Si no lo ves conveniente, no lo hacemos, pero no te mortifiques –rozó con su helada mano mi espalda desnuda.

--No, sí quiero ir, es que… –el malestar punzó en mi estómago con más furia.

--A ver Bella –se sentó sobre la cama con su escultural torso al descubierto.

Me incorporó con sus heladas manos para que pudiera verme la cara, la cual ya estaba bastante hechizada por su encanto natural, por tanto, mis movimientos fueron meramente mecánicos.

--¿Qué te molesta? ¿Piensas que puede volver a ocurrir algo desafortunado como en aquel septiembre? –Preguntó dolido y observó en mi cara la total desaprobación a su idea—Mi Vida, se tan amable de expresarme cuando antes lo que estás pensando en este momento; sabes, a la perfección, que es muy frustrante para mí no leer tu mente.

--Es que me da vergüenza Edward –murmuré y bajé la mirada por los nervios que me nublaban la razón— ¡Rosalie es espeluznante! –Inmediatamente me llevé una mano a cubrir mi boca.

¿Qué diablos acababa de decir? ¡Rayos! El corazón se me encogió y sentí morir por la estupidez que le había hecho escuchar a Edward, sin embargo él pareció tomarlo con bastante gracia, ya que su pecho comenzó a bajar y subir por la risa que le dio. Estaba confundida, esa no era la reacción que esperaba; de verdad yo sí le tenía miedo a su hermana.

Cuando se controló me alborotó el cabello con una de sus manos y su voz aterciopelada me llamó la atención.

--¡Y yo pensando que era por Jasper! No seas tonta Bella. Rosalie no te haría nada ni siquiera encontrándote sola.

--Eso dices tú, pero su mirada dice otra cosa. Me odiará por retrasarte y si voy… –me estremecí— quizá sea peor.

--Bella no seas ridícula. Ni que a Rosalie le importara tanto. Es el ser más vanidoso de la faz de la Tierra; además sinceramente ¿crees que me está esperando?

--Sí.

--De todos modos si así fuera, Rosalie debería sentirse agradecida contigo, en vez de odiarte; has cambiado mi destino con tu aparición –terminó su comentario y me besó superficialmente los labios—Y no te imaginas cuánto –suspiramos al unísono—, además si aceptas mi propuesta podrás conocer a “mi familia política”, por nombrarlo de alguna manera –su expresión denotaba alegría, seguramente había visto en mis pupilas la total resignación por el tema de Rosalie—. Es un clan que ha habitado Alaska por mucho tiempo; cuando ocurrió el cambio en mí, ellas ya estaban establecidas en ese sitio. Son parte de la familia gracias a Carlisle, que siempre mantuvo buena relación con todas. Y supongo que también influyó el hecho de que comparten la filosofía de la dieta vegetariana como nosotros.

Sí, sí que bonito, otros vampiros vegetarianos… ¿y? Esa idea no me había impactado tanto como el hecho de que fuera un clan de puras vampiresas. Sólo vampiresas.

Según la historia que me contó Edward, cuando estuvimos juntos, Carlisle y él fueron los primeros Cullen en formar el clan que yo conocí en Forks. Entonces si Edward se había referido a un tiempo pasado, donde: “cuando ocurrió el cambio en mí, ellas ya estaban establecidas en ese sitio”, quería decir que pasó unos años en Alaska con ¡vampiresas! Y no sólo eso, sino que ciertamente serían irrealmente bellísimas.

Siempre me había cuestionado ¿cómo Edward besaba exageradamente bien sino tenía pareja? –Ni intenciones de tener una cuando lo conocí— Y por fin la respuesta había llegado indirectamente, escondida tras esos años: Edward debía de haber tenido alguna relación con otra vampiresa. ¡Asco… Malditos celos! Y además estúpidos… ¡Más asco!

Respiré profundo para tranquilizar a mi corazón y a mi estómago. Edward percibió al instante mi malestar, pero ahora parecía divertido. Tonto vampiro… Aaaah, grité para mis adentros por la frustración. ¡Qué diablos hizo Edward! ¿Con quién compartió esos años? Porque si se seguía refiriendo como solamente “ellas”, quería decir que no tenían pareja y entonces… Aaaah No. No. No. El imaginar a mi rival y su perfecta anatomía, no era nada divertido.

Respiré nuevamente y mis pensamientos me llevaron al final de mi reflexión: Edward y Carlisle debieron de permanecer con ellas hasta que Carlisle convirtió a Esme, su leal y eterna pareja, quien no le ha de haber parecido compartir a su guapo esposo con las miradas de otras. ¿Pero Edward? No podía concebir aquello. Bueno, en todo caso, el final de esa historia debió de ser como el de tantas otras, pues Edward llegó a mí solitario y sin ganas de tener a una chica a su lado.

Exhalé y deshice la intranquilidad de mi fuero interno.

--¿Listo? –preguntó alegre y sonrió de manera sin igual.

--Cállate. No es placentero, ¿sabes? –contesté un poco molesta.

--Lo sé, pero es maravilloso –me tomó entre sus brazos y me acurrucó en su pecho desnudo—, tus gestos son adorables cuando te pones celosa. Deberías de verlos algún día; además nunca había percibido que tú pudieras estar celosa de mí. Eso lo hace todavía más maravilloso. Gracias por amarme tanto.

--¡Edward! Esto no es maravilloso, ni le debes hacer una fiesta –mascullé—. Si mi hipótesis es cierta, ya tengo DOS motivos para temer pisar el suelo de Alaska.

--¿Cuál es tu hipótesis? – preguntó serio y su sonrisita pareció desaparecer de su rostro.

--Te lo resumiré: tú, una de ellas, tus años de rebeldía. Conclusión basada en las pruebas: Tu extraordinaria habilidad para besar. ¿Vas a negármela? Recuerda que mi intuición ya no está tan deteriorada.

Edward se quedó tan quieto como una estatua.

--No.

--Bien –dije sin más y comencé a sentir las reacciones de mi interior.

Mi pecho se sintió oprimido, como con ganas de soltar un mar de lágrimas. Una sensación de quemazón inundaba allí adentro. Respiré y respiré lo más tranquilo que me permitía mi infierno interno. Cerré los ojos para denegar el acceso a la realidad y le indiqué a mi mente que me reprodujera, como una película, las imágenes que resguardó de unas horas atrás. Eso me haría sentir mejor.

No valía la pena hacer un drama de algo que no me había tocado por tiempo y espacio. ¡Vaya ni siquiera había nacido! Era totalmente absurdo que estuviera celosas de alguien que no significaba nada en la existencia de Edward. Muy por el contrario, yo sí tenía un compromiso con alguien en la actualidad, y eso debía de ser doloroso para Edward, pero, como era costumbre en mí, lastimaba a más de uno con mis acciones.

Abrí lentamente mis ojos. Observé a través de la ventana la magnificencia de la luna llena y el brillo de las estrellas que la rodeaban y comprendí que todo tiene una armonía y una razón de ser. Así como Edward había tenido que pasar experiencias –con muchos más aprendizajes físicos de por medio que yo—para llegar a amarme a pesar de su naturaleza, era exactamente lo mismo para mí; yo había tenido que estar con Jacob para concretar este momento con más astucia, pues no me imaginó qué hubiera pasado si con Edward hubiese sangrado al perder mi virginidad. Ésa era una razón de peso que me enseñaba la armonía de las cosas en el universo; por otra parte, los cardenales tan ligeros que se me notaban en le filo de mi cadera y mi cintura no eran nada comparado con los que pudo haberme hecho si él hubiera tenido el control del acto. Todo, pero TODO, en este mundo tenía una razón de ser, y yo debía de estar segura de que a nosotros nos había llegado el tiempo de pertenecernos; pero para siempre.

Como Carlisle y Esme. Para siempre.

Inhalé y al minuto solté un suspiro muy grande.

--Lo siento si te hice daño, Bella, sólo quería ser sincero.

--Te amo Edward –susurré dulcemente—No tengo nada que perdonarte, no me hiciste daño.

Tomé vuelo con mis brazos y me incorporé levemente para besarlo y sellar mi pacto con amor… con nuestro amor.

Cuando nos separamos mi debilidad humana me delató, el sueño me hizo bostezar y Edward sólo sonrió. Los vuelcos de mi corazón, la actividad física y mis emociones me pasaron el costo de esta –casi— perfecta noche. Edward me acomodó a un lado de él y en seguida trató de envolverme en las sábanas, cuando de la nada emití un sonido que denotaba inconformidad.

--¿Qué pasa? ¿Qué te molesta? –dijo con un angustia tal, que me arrepentí de haber hecho tanto drama.

--Quiero dormir abrazada a ti. No quiero esta distancia –y señalé con la vista la barrera de las cobijas.

--Mi Cielo, es necesaria. Al rato cuando estés dormida mi temperatura no te parecerá tan agradable –dijo amable.

¿Trataba de razonar con una enamorada? ¿Con su celosa y terca “Vida”?

Y hablando de “Vida” –hice una nota mental para después—, tengo que preguntarle ¿por qué me nombraba de ese modo?

Me desenredé de las sábanas que nos separaban y le fui a rodear con mis brazos, como los cangrejos cuando se atenazan a una piedra en plena tormenta.

--No quiero dormir –rocé mi cara a su pecho—. Quiero hacer otra vez el amor contigo –solicité con el corazón en la mano.

Como si mi fuerza fuera una burla para él, me soltó los brazos y me acomodó en la nube tiernamente.

--Bella, yo también quisiera hacerte el amor una vez más –murmuró con su voz aterciopelada y me regaló un besito en la frente—, sin embargo estoy convencido que por esta noche ya tentamos lo suficiente a tu suerte –bostecé sin querer; esas dos veces en que hicimos el amor me cayeron de peso de repente—Ves, estás muy cansada Mi Vida. Mi corazón –me tocó en el lugar justo donde se encontraba éste—necesita descansar de tantas emociones.

--Quisiera ser una vampiresa para… –bostecé de nuevo—no tener que dormir. Es injusto. Yo quiero… –se me iba la voz y mis párpados pesaban como mil toneladas— quiero…

--Ya Mi Cielo, sh –resopló como si fuera el murmullo del mar—. Nada se compara con la grandeza de tu ser. No necesitaras ser nunca una vampiresa. Anda duerme. Aquí estaré cuando despiertes. Por cierto –me susurró al oído ¿se le había convertido en una costumbre?—, gracias por hacerme soñar despierto. Acabas de darme el mejor día de mi larga existencia. Que duermas bien Bella.

Unas cuantas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, a pesar de estar cerrados. El amor que nos teníamos me hacía conmoverme demasiado, y con el cansancio aprisionando mis demás movimientos, mi cuerpo sólo halló esa salida para liberar el sentimiento.

--Te amo Edward—susurré entre la inconsciencia y la realidad.

--Te amo Bella—musitó y sentí como retiró mis lágrimas de mis mejillas.

En seguida, después de tan adorable gesto, me comenzó a cantar mi canción de cuna.

A los pocos minutos nuestra melodía rondaba en mis adentros. Era el canto de un ángel, de mi…”algo más”.

Edward POV

En cuanto Bella se quedó dormida tomé mi camisa del suelo y me la acomodé de tal manera que pareciera impecable mi atuendo. Necesitaba comunicarme con Alice vía Internet y, como se había fanatizado con las videollamadas por el Messenger, era imprescindible estar presentable. Si mostraba un Edward desaliñado sólo confirmaría lo que… con seguridad ya sabría.

En ocasiones Alice podía ser sumamente curiosa, y hasta tildar en el margen de lo indiscreto.

Me levanté de la cama y fui por mi laptop al tocador de la habitación. Regresé al lecho y con cuidado me acomodé a un lado de Bella.

En cuanto la computadora estuvo activa, bajé el sonido de la máquina para que estos no pudieran despertar a Bella.

Giré mi cabeza en su dirección, al notar que se ponía inquieta. La vi por un minuto entero, admiré su cálida piel y su rostro angelical; su fragilidad.

¿Qué soñaría? ¿Con quién soñaría?

La laptop terminó de cargarse. Mis manos se posaron en el teclado e introduje mi contraseña al Messenger, pero justo en eso su vocecita pronunció mi nombre y después algunas tonterías respecto a la vampiresa que su imaginación creo. Me reí por lo bajo.

Te amo pequeña celosa, pensé con regocijo, no sólo soñaba conmigo sino que continuaba teniendo celos… celos.

Recordé a su perro, inevitablemente.

Apreté los puños y entrecerré los ojos. Darme cuenta de que faltaba menos tiempo para regresar a Italia me alteraba, porque se volvían evidentes los defectos de ese animal: la habilidad para chantajearla a su antojo, sus instintos descontrolados y lo peor… que parecía no importarle que se hallara conmigo. Difícil prueba se le avecinaba a Bella. ¿Resistiría hasta que regresara o…?

La alerta de que mi usuario se había conectado me sacó de mi ensimismamiento. Sin demora alguna Alice me mandó un saludo y la fastidiosa invitación. Por automatismo acepté.

Su carita alegre me hizo rodar los ojos, no escondía ni mínimamente lo indiscreta que había sido al observar mi futuro.

--Edward –dijo, a velocidad vampírica, como no queriendo sonar diferente— esa camisa te queda bien –comentó, pero sus expresiones la delataron.

--¡Ya Alice!–reclamé a la misma velocidad— Despeja tu mente ¿quieres?, Te conozco a la perfección y no hace falta leer tus pensamientos para darme cuenta en lo qué rondan.

--¡Demonios!, lo siento –se avergonzó.

--Sí claro, supongo –puse los ojos en blanco— ¿Ya le dijiste a Carlisle y a Esme que en unas horas estoy por allá?

--¡Por supuesto! Esme y yo reservamos sus boletos hace rato. Sólo tienes que llegar y pedirlos a tu nombre. Esme está muy feliz de volver a verlos. Carlisle no para de hablar de ti y Emmett y Jasper terminan de planear la primera cacería juntos. Bueno, con decirte que Rosalie está ayudando a adaptar la casa para Bella... ¡Realmente te extrañan! –Subió sus hombros en ademán de felicidad— ¡Ah! Compramos una cama bellísima que instalaremos en tu habitación en cuanto la entreguen. Bella se va a sentir muy contenta.

--Y cómo se supone que va a aceptar el padre de Bella el viaje, sabelotodo.

--Parece que va a ser más fácil de lo que nos imaginaríamos. Creo que no le cae nada bien el chico con el que sale Bella; mis visiones deben tener algún fallo Edward, pues sólo lo conozco por las acciones de Charlie. No lo puedo ver. Supongo que sigue siendo el mismo de hace un año. ¡Me desespera! Lo siento Edward.

--Ni te esfuerces Alice –musité molesto—, es un licántropo.

--¡Qué!

--Así es. Un asqueroso hombre lobo. Jamás podrás verlo en tus visiones, ¿lo sabías?

--No, no lo sabía –caviló unos segundos— ¿Qué coincidencias la del destino, no lo crees? Los Vulturi adiestrándote para matar a los licántropos y venir a enterarte que… –parecía que la epifanía inundaba la mentecilla de Alice— ¡Edward eres perverso! Espera… ¿Por qué no me lo dijiste? Eres un estúpido, sólo me comentaste que andaba con otro chico… Edward, ¡pudo haberla lastimado en todo este tiempo!

--¡Alice ya! –Reprendí— No quiero hablar de ese animal en estos momentos. Por favor, termina el tema de Charlie.

--De acuerdo, pero esto es lo más estúpido que hiciste en el año pasado. ¡Ah no!, se me escapaba… es tu sentencia de muerte—masculló sarcástica—. TONTO. Lo bueno es que tiene remedio. TONTO –reiteró con voz infantil.

“Charlie al principio estará reacio, coméntale que “tus papis” –se rió ante la ironía—y “tu familia política” van a acompañarlos todo el tiempo –enfatizo las tres últimas palabras—, es decir: casa llena, cero acercamientos sexuales” –se rió con irreverencia.

--¡Qué graciosa Mary Alice! –arremetí.

--¿Yo qué? ¡Tu suegro es el que está inseguro de eso! –Giró su cara para ver algún lado de la casa—Concéntrate, que nos queda poco tiempo, lo que dará el jaque mate a la situación será que le prometas que Bella se comunicará a todas horas con él y que sin falta ni demora el domingo su hija adorada pisará suelo americano. ¡Ah! No olvides darle el número telefónico de acá. Charle te amará.

--¿Qué pasa Alice?—pregunté al notar su premura.

--Emmett quiere venir a interrumpirme y no lo dejaré. ¿Sabías que está bajo mi esclavitud? Perdió una apuesta. ¡Apostó conmigo el muy tonto!

--Alice… ¿qué apostaron? –mascullé con cierta exigencia en mi voz.

--Ay Edward, lo siento, pero apostamos tu regreso: Con o sin Bella. ¡Y gané! Te creyó cobarde el torpe de tu hermano. Si supera que hasta…

--¡Cállate Alice!

--¡Nunca lo diría tonto! Será nuestro segundo secreto –giñó un ojo.

“Edward ve a alistarte porque tendrás que llamarle al jefe Swan a las siete de la mañana. Bella despertara alrededor de las nueve, dile que no necesita ropa, acá tiene suficiente. Su vuelo sale a las once. Jasper y yo los estaremos esperando. Me tengo que retirar –agachó cautelosa su cabeza—, Emmett ya me vio. Te quiero hermano. Bye” –declaró todavía más rápido de lo que ya hablábamos y cerró la conversación.

Me quedé pasmado, sólo pensando cómo era posible que toda mi familia estuviera tan entusiasmada por mi regreso, ¿tan patético fui?, ¿tan mal me veía hace un año? Apreté mi tabique nasal y me reí de mí mismo. ¿Qué rayos había hecho este año? Sólo fastidiar mi existencia y la de mis seres queridos. Todo hubiera cambiado si mi cobardía, como Emmett lo intuía, no obstaculizara o guiara mis acciones. Tenía que cambiar ese aspecto de mi personalidad, apostar como Alice a mi fuerza interna. De ahora en adelante proteger a Mi Vida era mi tarea primordial y cualquier prueba, llámese licántropo, Vulturi, o humanidad, debía ser enfrentada con gallardía y con la mente clara.

Bella se movió un poco más en la cama en respuesta, quizá, a los leves sonidos que salían de las alertas de la laptop, porque con toda seguridad, no había percibido absolutamente nada de mi conversación. La velocidad con la que hablamos, Alice yo, hubiera sido para cualquier ser humano un acto aburrido que consistía en sólo vernos las caras.

Bajé por completo el sonido de la máquina y decidí adentrarme en esas horas a la red.

***

En lo que dieron las siete de la mañana me entretuve con dos trámites de ingreso a Dartmouth, uno para Bella y otro para mí. Si le entregaba la hoja de aceptación sola, sin otra al lado, no accedería a mi regalo. Debía ser inteligente con Bella, utilizar alguna argucia de por medio fue la idea más brillante que cruzó por mi cabeza. No permitiría que interrumpiera sus estudios por una simpleza. Jamás mientras yo existiera. Así que Dartmouth sería la mejor opción. Esperaba hacerla feliz. Sobre todo porque éste era el comienzo de muchos planes que deseaba concretar con ella.

Después de apagar la laptop me duché, arreglé y hablé con Charlie. La llamada fue un éxito.

Alice era un genio. El permiso no necesitó de la intervención de Bella, y en verdad que el jefe Swan sonaba entusiasmado. Sus pensamientos debieron de rondar en la posibilidad de que recuperase el puesto que dejé en manos del perro, porque me otorgó en bandeja de oro todas las facilidades para que Bella asistiera; él iba a justificar las faltas de su hija en la escuela, con la excusa de que Bella se iba a pasar unos días con su madre. Bromeó conmigo respecto a ese motivo y sin querer, entre la plática, se le escapó decirme “hijo”. Los humanos cambiaban tanto de parecer… Jacob Black debía tenerlo harto. ¡Cuándo imaginaría que Charlie Swan se comportaría tan afable conmigo! Sin embrago pasó y ahora me llamaba “hijo”.

Bella se despabiló de sus hermosos sueños con muy buen humor, exactamente a las nueve con diez minutos. Después de que le informé todo lo que había pasado en su ausencia, su actitud cambió, parecía perpleja, pero al instante nos reímos juntos de la ocurrencia de su padre. Fue nuestro momento de alegría. Verla sonreír me hipnotizaba y me en contentaba la existencia.

En cuanto terminó de bañarse y arreglarse le propuse que comiera algo, mientras yo ponía todo en orden, para partir al aeropuerto de Forks lo antes posible.

Necesitaba ir al Porshe a dejar la ropa extra y la laptop. En lo que me movía de un lado a otro y recogía las últimas cosas, Bella me sonreía sin parar. Un pensamiento me golpeó mi concentración: la posibilidad de que una sombra cubriera aquella expresión angelical; el lobo. Si se llegaba a enfurecerse frente a Charlie, al saber que Bella regresaría el domingo, poníamos en riesgo al jefe Swan, y si le sucedía algo desagradable en el transcurso de nuestro viaje, Mi Vida jamás se lo perdonaría y su felicidad se apagaría. Aunque no soportara los celos que me corroerían el interior, Bella tenía que comunicarse con su… mascota. Además era tiempo de que fuera sincera con él y terminara de una buena vez su relación.

Me acerqué a la puerta de salida y sin mirarla, para no dejarla ver mi sufrimiento, le empecé a hablar.

--Voy a llevar unas cosas al automóvil –le di la espalda. Aquí vamos—. Te recomiendo que en mi ausencia le marques… a él –traté de que sonara sin rencor mi voz, pero era casi imposible—Tardaré alrededor de cinco minutos. Si te tuvieras que tardar más, por favor, sal al balcón, de esa forma sabré que tengo que ir a dar otra vuelta –puse una mano en la perilla—. No quiero escuchar, ni por error, tu conversación –giré el cerrojo y abrí la puerta.

--¡Edward! –Gritó para detenerme—No necesitas irte, no quiero hablarle… –volteé a verla con escepticismo ¿Entonces cuál era el plan?— No me mires así –frunció el seño con cierta tristeza—, me refiero a que… ya lo había pensado –musitó apenada—y lo mejor será que le mandé un mensaje de texto. No me digas nada, por favor –movió su cabeza a manera de negación—, conozco a Jacob y es lo mejor.

Alcé el rostro, en dirección al techo; me estaba matando –en sentido figurado—esta situación. ¿Por qué no terminaba de una vez con él? ¿Qué le impedía hacerlo? ¿A quién de los dos engañaba? Gruñí sin premeditarlo. Me lastimaba excesivamente.

El escozor en mis ojos se hizo perceptible, pero mis manos estaban ocupadas. Cerré los ojos y apreté lo más fuerte que pude los parpados, quise y pretendí aminorar el maldito malestar, sin embargo no funcionaba. Viré nuevamente en dirección a la puerta y tuve cuidado de no estropear con mis manos lo que llevaba cargando, pues con mis repentinos celos y mi rabia hacia el estúpido animal se acrecentaban mis malas acciones; necesitaba salir de ese cuarto o estallaría del dolor.

--Haz lo que quieras Bella –dije irascible, como nunca antes me había oído Bella.

Abrí agresivamente la puerta del cuarto y me escabullí con la rapidez de mi naturaleza. Anhelaba despejar mi mente de tanta mierda.

Bella POV

Corrí tras él con desesperación, precisaba explicarle que no era por otro motivo mi negación a la llamada, se había suscitado un malentendió. Un grave malentendido. Pero cuando miré al pasillo del hotel, ya no estaba. Le llamé tontamente. Nunca regresó.

Mi llanto era incontenible y tambaleándome fui en busca de mi celular. Edward dijo que vendría en cinco minutos y eso era lo único de lo que me podía sostener. Respiré muchas veces antes de comenzar a teclear. No tenía cabeza para idear un mensaje que dejara tranquilo a Jake. Por lo cual sólo escribí lo indispensable:

Jake, regreso el domingo.

No hace falta que me

busques. Estoy bien.

Envié el texto y me senté en sillón, a compartir con mi corazón la desazón de mi mala suerte. Mi pecho nuevamente se veía afectado, acongojado por mi motor de vida y por mis sentimientos a flor de piel.

¿Cómo un día tan perfecto en la madrugada se transformaba de manera fatal al asomarse el sol?

El celular vibró, haciéndome dar un saltito por el susto. La pantalla brillaba y leí la leyenda: era Jake.

Genial, lo que me faltaba.

Mordí mi labio y vi como resplandecía sin cesar en mi mano. ¡Decídete ya! Termina con esto. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, tenso mis músculos y con temor apreté la tecla que iniciaría la conversación. Aún no estaba lista para enfrentarlo, sin embargo llevé el celular a mi oreja y pronuncié con recelo un saludo.

--Hola Jacob

--Bella, Bella—canturreó irónico— ¿Qué nada más así? “Regreso el domingo” –chasqueó la boca.

Se oía molesto, sin embargo mis fuerzas no daban para llevarle la corriente como en otras ocasiones.

--Sí, así nada más –dije sin mayor emoción y hasta sonando un tanto grosera.

--¡Ah si! Entonces, de esa misma forma, como me acabas de responder, quítate la careta – atacó— ¿Qué sientes, eh?, ¿te gusta como desea tu sangre? ¿Te excita verlo nuevamente?—acometió vilmente— Bella, cuando alguien ama, como yo te amo –dijo ya con un tono meloso—, no se va de la nada. Te sigue hasta el fin del mundo. ¿Con lo de Victoria no aprendiste nada? Los vampiros lo único que les interesa es la sangre –trató de convencerme, no obstante yo no respondí y eso le hizo molestarse— ¡Cómo es posible que no te des cuenta que sólo te está utilizando! ¡No siente nada por ti! Por el amor de Dios, ¡eres sólo un delicioso platillo!

La mano libre que tenía la pose en mi cara y con los dedos me apreté las sienes. Harta, era una palabra muy simple para describir como me sentía… hastiada o asqueada se parecían más. Cómo si no supera, mucho antes que él, que los vampiros bebían sangre, sin embargo lo que terminó de llenar el vaso con agua fue “te está utilizando”. Mi coraje interno y mi frustración por el malentendido con Edward sacaron a una Bella enfadada.

--¡Ay ya cálmate Jacob! ¡Basta! Mi intención era avisarte y ya lo hice. ¿Podemos colgar?—dije ipso facto y de mal modo.

--No. No podemos colgar, Bella –declaró con el mismo humor que yo— ¿acaso no sientes ni la más mínima culpa? Estoy sufriendo por ti. Te amo como a nadie en este mundo. ¿Por qué no eres sincera conmigo? ¿Qué te hice para merecer que me trates así?—ahora intentaba chantajearme con un tono triste.

¡Qué diablos le pasaba por el cerebro!

--Jacob, lo siento –contesté sin detrimento.

--¿No vas a decir nada más? –preguntó sorprendido.

No Jacob, quiero colgarte y llorar por lo mala persona que me he vuelto contigo. ¿Qué quieres que te diga? Que soy un asco, que te engañé ayer y no me arrepiento. Realmente no podía decirle aquello… ni otra cosa.

--Nos vemos el próximo lunes –musité.

--¿Eso es todo? “Nos vemos el próximo lunes” ¿Bella?

--Sí. ¿Podemos colgar? –dije en un suspiro.

--Demonios Bella, me lástimas. ¿Ya no quieres estar a mi lado? –su voz se entrecortó. Me punzó dolorosamente el corazón.

No contesté. Dejé que silencio hablara por mí

--¡Con qué facilidad me botas! Es lo único que te deja juntarte con esas sanguijuelas –sollozaba al hablar—. Pero me va a dar mucho gusto cuando te deje otra vez, a la deriva… muerta por dentro… con esas manías tan desagradables que adoptas… tu estado zombi –decía mientras contenía el llanto—; porque sólo así comprenderás lo que siento en este preciso momento. ¿O me vas a negar los hechos? ¡Anda quítate la careta! ¡Deja de mentirme Bella!—gritó irritado.

Su cambio de humor me descontroló. ¿O sufría o me odiaba? Lo que fuera, tenía que terminar… al igual que mi paciencia con todo este embrollo.

--Sí, sí estoy con Edward Cullen ¿feliz? –grité en respuesta a su reacción.

--¡Lo sabia! Y ayer todavía me jurabas que estabas sola. ¡Lo sabía!

--¡Sí eres muy intuitivo Jacob!, y como ahora ya lo sabes, lo único falta es que terminemos. Se acabo, tú y yo ya no somos nada—arremetí con un coraje contra él y contra mi misma.

Soltó una risa molesta.

--De verdad ¿creíste que iba a ser tan fácil? –Preguntó con un tono malévolo—No Isabella, para nada, si quieres terminar conmigo ven y dímelo de frente –retó—. Si lo quieres hacer hasta el lunes, ¡hazlo!, pero mientras tanto al único que le perteneces es a mí. A MÍ ¡¿ESCUCHASTE?!—exigía como si tuviera posesión sobre mí.

Su último comentario me pareció de lo más nefasto y le contesté como se debía.

--Cállate, yo no soy de nadie. Mejor cierra la boca si no quieres que esto termine peor –ataqué enfadada.

--¿Peor? ¿Todavía se puede más Bella? Me engañas con la sanguijuela, con un asqueroso chupasangre.

Me levanté del asiento de sopetón; la forma en como se dirigía a Edward me calentó la sangre y decidí que mis modales se harían a un lado. Ahora Jacob Black conocería a Isabella Marie Swan.

Edward POV

Caminaba por el pasillo con un nuevo panorama de lo que había sucedido en la habitación. ¿Quién me aseguraba que Bella pensaba lo que yo deduje? Nadie; era mi inseguridad rondando mi mente. Celos. No volvería a burlarme de Bella y sus fantasías con Tanya. Los celos eran algo peligroso que no dejaría que afectara a mi relación, ni por su parte ni por la mía. Si no podía leerle la mente, como al resto de la gente, la comunicación debía de ser nuestro pilar más importante. Porque el problema real se basaba en que esta madrugada mi cuerpo y mi existencia habían mutado por completo, me sentía tan vulnerable a ella, y sin duda la amaba más que antes. Era en extremo diferente a cualquier vivencia que hubiese experimentado. Parecía mi interior un verdadero desajuste cuando ella reía, dormía, me besaba, me miraba o me lastimaba.

Hacer que emergiera mi parte humana, no siempre iba a ser benéfico, y lo estaba conociendo. Bella tenía el poder de destruirme.

Control Edward, control. Ella está contigo. Quiere estar contigo, me repetía mentalmente para no sucumbir en vacilaciones.

Respiré aire limpio, a unos cuantos metros, antes de acercarme al cuarto donde nos hospedábamos y comencé a percibir los sonidos que venían de ahí.

Era Bella, y sonaba muy alterada, su corazón estaba palpitando rápidamente. ¿Qué pasaba allí adentro?

Sigilosamente entré a la habitación. Mi Vida se hallaba de espaldas a la puerta por donde ingresé, sentada en un sillón. No estaba violando el trato que le propuse… ella no estaba en el balcón a fin de cuentas, así que me quedé quieto como una estatua en lo que entendía qué demonios ocurría.

Bella habló muy enfadada. Su pulso corría como loco y sus palabras destilaban irritación. Sentí en mi interior demasiada frustración, Mi Vida lo transmitía directamente a mí aún y sin verme.

--Cállate, yo no soy de nadie. Mejor cierra la boca si no quieres que esto termine peor –atacó.

Agucé el oído para escuchar claramente la voz del perro.

--¿Peor? ¿Todavía se puede más Bella? Me engañas con la sanguijuela, con un asqueroso chupasangre.

Me reí con bastante sarcasmo. ¿Yo asqueroso? Si el mal oliente y horrendo era él.

--¡No lo insultes! –aclaró Bella con mucha furia. Me sorprendió bastante su reacción—. Y si te engaño será porque tú así lo quisiste… Cortemos ¡maldita sea! No tiene caso seguir después de esto. Percíbete como estás –exigió— ¿Crees que así me voy a querer acercar a ti? ¡No Jake!, el domingo casi me matas y por unas estúpidas fotos.

¿Qué había dicho Bella? ¿Casi la mata? Mi cuerpo se agitó por el rencor y la cólera. Gruñí por lo bajo.

Me daban unas ganas de ir, en este instante, a desmembrar al famoso Jacob. Aplastarle su cuerpo y desangrarlo por cada una de sus sucias venas. Si antes concebía la muerte del perro como una posibilidad, ahora era un hecho.

--Ah, así que eran fotos ¡Qué romántico! –canturreó lo último de forma irónica.

¿De qué fotos hablaban? Las únicas fotos que teníamos Bella y yo eran… ¡Claro! Las encontró Bella y el licántropo se enceló. No controló sus emociones y se transformó… ¡Poniendo en riesgo a Mi Vida! Alice tenía razón una vez más; era un estúpido al pensar que ese mocoso podría hacerla feliz.

Bella se molestó aún más y la oleada de rabia me golpeó el estómago, aumentado los sentimientos negativos de mi fuero interno.

--¡Estás enfermo! –recriminó muy enojada.

--Sí Bella, de celos. Estoy enfermo de celos. Y olvídate de que cortemos, no Bella, no vamos a cortar hasta que me lo digas en mi cara. Aunque vengas con todos los amuletos del universo cubriéndote, pero nosotros no vamos a cortar por celular –advirtió groseramente.

Estúpido perro con pretensiones ¡¿Qué no la escuchas?! Me encontraba a dos pasos de perder el control e ir a contestarle unas cuantas cosas a ese animal.

--Nada más no digas que no te lo advertí, Jacob Black. Tú no me vas a privar de lo que deseo vivir, no me vas a coartar mi libertad.

--¡Ah! Es eso. ¡Quieres hacer cochinadas con un demonio! ¿Sabes? –Su voz cambió a un tono burlón que hasta a mí me exasperó—tú y yo tenemos muchas más cosas en común de las que ya conocíamos… Por ejemplo: Yo me convierto en un lobo y tú en una…

Percibí toda la intención de las palabras que le continuarían a su discurso y terminó por sacarme de mis cávales; me acerqué a Bella y le arrebaté el celular de las manos, nos soportaba más semejante forma de dirigirse a ella. Tenía ganas de aplastarle el cráneo a ese imbécil. ¿Quién se creía para hablarle así a una mujer?

A Bella se le salieron los ojos por la impresión de verme a su lado, pero no reparé en ella, quería responderle a esa basura con la que hablaba.

--¿EN UNA QUÉ? MALDITO PERRO. Atrévete a terminar tu estúpida oración y jamás vuelves a emitir un sonido de ese sucio hocico –dije iracundo.

--¡Vaya! Hasta que por fin saltó la sanguijuela –dijo sarcástico—. Escúchame bien insecto ponzoñoso, Bella es mi novia. MI NOVIA. Que no se te olvide, me pertenece… y en más formas de las que imaginas.

¿Qué pretendía con esa declaración? ¿Intimidarme? Lo único que logró fue que mi enojo creciera al doble.

--Estúpido adefesio. Fue tu novia. ¡No la escuchaste sordo! No quiere seguir contigo. ¡ENTIENDELO! Y pobre de tu asquerosa existencia si me llego a enterar que le pones una pata encima, porque te juro que me importará una mierda el tratado con tus ancestros. Te buscó y te mato… y de la forma más dolorosa que conozca. No sabes que ganas tengo de que pase, cachorro. Ahora –bajé dos decibeles mi voz e hice una pausa breve.

Respiré y con ello contuve la ira, atrayendo a mi voz un tono lleno de cortesía, pero con la cachetada de guate blanco que necesitaba esa basura.

—Tenemos un viaje que hacer así que te colgare. Hasta otro agradable momento perro.

Destruí el celular de un solo apretón. No iba a permitir que le volviera a marcar a Bella ni que la intentara localizar. Dejé caer los restos del aparato al piso.

--Lo siento, te compro otro después.

--S –sí—musitó insegura.

Tenía miedo, me lo transmitía. No era para menos, nunca me había oído maldecir tanto. Además de que mi instinto asesino se reflejó por completo unos minutos atrás, era obvio que su reacción estuviera entre el miedo y el asombro.

--Mi Vida, de verdad tenemos que marcharnos. Es tarde. ¿Te hace falta algo?—intenté suavizar mi voz para que se controlara.

--Sí… Tú… Abrázame –pidió con el alma en las manos.

La abracé inmediatamente y le proporcioné la seguridad que ambos necesitábamos con urgencia.

--Gracias… por defenderme –masculló apenada—. Jacob no era así.

--Ya es así, ese es el temperamento real de los licántropos Bella.

--Edward discúlpame si te hice enojar hace rato… no quería... mi intención nunca fue que pasara esto… mira hasta dónde llegó: Los enfrenté. –suspiró; le dolía.

--Platiquemos de esto en el avión ¿quieres?—dije dulce y le tomé sus rostro entre mis manos para besarle sus labios.

Asintió una vez y nos pusimos en marcha al aeropuerto.

2 comentarios:

Beth Randall dijo...

hola me encanto este capitulo esta super genial ya kiero saber ke pasara y no has subido el otro capitulo aby me trae lok esta historia...
por fa subelo pronto

Anónimo dijo...

hola oye q' paso con el capitulo 17?..cuando lo publicas?...