miércoles, 2 de diciembre de 2009

capitulo 13º " dulce locura"

CHICAS GRACIAS POR TODO EL APOYO Y POR SUS ÁNIMOS, SON LAS PERSONAS MÁS LINDAS DEL MUNDO. GRACIAS POR SEGUIR MI HISTORIA.

Nota 13: La canción que inspiró la primera parte del Edward POV fue exactamente Corazón atómico de Zoé, óiganla está lindisisisisima. Después recomendaría, si les gusta el pop, Halo de Beyonce y por último la mega canción de Aunque no sea conmigo de Enrique Bumbury.

La musa rockera. Victoria Lee Cullen, les pasa el dato de canciones muy buenas: Talk tonight de Oasis, Heaven sent de Hinder (wow! Súper), Kiss me, de Sixpence none the Richer, Firestorm de Xandria y Love drunk de Boys like Girls.

QUE COMIENCE LA MAGIA.



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13. Dulce locura

“tengo que amarte

aunque esta herida duela como dos,

aunque te busque y no te encuentre

y aunque

la noche pase y yo te tenga

y no”

M. Benedetti (Corazón coraza).

Edward POV

El sonido de las olas cuando rompían en la orilla de la playa de Kalaloch armonizaba perfectamente con el latido más hermoso de la faz de la Tierra, hechizaba. Por ello, era fácil permanecer inmóvil de rodillas y con la cabecita de Mi Cielo recargada en mi pecho, admirando el festín de notas musicales que la naturaleza cubría en esta bella madrugada a mis sentidos. Supongo que de haber sido humano las piernas sufrirían de un calambre hace ya como treinta minutos atrás, pero en mi condición era la pose ideal para apreciar la maravilla del mundo, el canto de mi sirena... el dulce palpitar del corazón de Mi Vida. Su preciado pulso se fue convirtiendo en la melodía de la cual seguía compás tras compás. Escuchar la canción que me regalaba el universo bajo mis brazos me hacía inmensamente feliz.

Durante una hora permanecimos en el mismo lugar donde Bella había vuelto a la vida, es decir, debajo del marco de la ventana –callados, pero disfrutando de la cercanía del otro—y mientras más minutos transcurrían sentía que la prisión de mis brazos alrededor de su pecho se convertiría en una eterna cárcel si ella no reaccionaba pronto.

La débil humanidad que yacía en mis adentros cobró vida como nunca antes, levantando una ola de emociones que podía representarse como un maremoto. Esta catástrofe, aparentemente, apagó las llamas de los celos, el rencor y la desesperanza que reinaban en mi infierno personal. Ahora sentía sólo paz, y ver a Mi Vida con el resplandor de la luna me ocasionaba una sensación de seguridad, mis miedos se estaban desvaneciendo…

Bella continuaba siendo la razón para seguir existiendo y el miedo de perderla al salir por la endemoniada puerta de este hotel o de simplemente soltarla en estos instantes me ocasionaba ansiedad, un hueco en el pecho que no permitiría que se convirtiera en una realidad. Quería estar eternamente a su lado admirándome día tras día del brillo de sus ojos y el suave tacto de su piel y nadie me lo impediría a partir de este instante. No iba a dejar que se marchase.

De vez en vez volteaba a ver su cuerpo, extendido a lo largo del piso, en el espacio entre la ventana y la cama, pues era inevitable agradecerle a Dios por haberla cuidado de mí y de las tinieblas que se había entregado con tanta terquedad. Tener entre mis manos la sensación de perderla cambió el destino y mi esquema de pensamiento. Alcé mi rostro para ver en dirección a la ventana y volteé a observar el cielo estrellado.

Gracias por no arrebatármela… por seguir escuchándome… por ella: Gracias, pensé y le acaricié con mi mano derecha la cabellera a Mi Amor. Acto seguido, tragué el veneno que se había estado acumulando en mi garganta, satisfactoriamente ya podía respirar a su lado y su aroma volvía a ser la fragancia con la que me encantaba convivir.

Me maravillé ante la epifanía que recibía indirectamente. Tanto tiempo de agonía para los dos, tanto sufrir, tanto desviar y torcer los caminos para hallar un lugar seguro, tanto, tanto, tanto para llegar hasta este día, esta madrugada mágica donde me confesaba la energía más grande del universo que era suficientemente capaz de mantener a salvo a esta pequeña, que yo había existido durante este tiempo sólo para encontrarla: Éramos uno, siempre habíamos sido uno… desde el inicio de la historia de nuestras vidas; porque desde que Bella tocó por primera vez este mundo su alma corrió, como su motocicleta, en busca de mí, de su egoísta e irremediablemente enamorado vampiro.

Jamás me imagine perder a cabeza por amor, ni en mis anhelos más oscuros, tan sólo con percibir a todos los hombres a los que por años les oí sus pensamientos y me entretuve a costa de sus sentimientos, casi juré que a mí no me pasaría semejante aturdimiento, ¡era absurdo! Pero con Bella no pude controlar eso. Es como si yo no existiera y ahora alguien más reclamara ver, sentir y pensar sólo en ella. Mis pensamientos giraron esta hora alrededor de su presencia. Pasado, presente y futuro, todo junto, pero con ella.

Cuando la dejé, pensé que seríamos más fuertes y lo superaríamos, sin embargo ninguno de los dos lo logró. Por el contrario, el sendero se oscureció y logramos encontrar la cara de la muerte, la única salida a nuestro reclamo, pues si no estábamos juntos en este plano lo estaríamos en el otro. Buscamos afanosamente a la muerte… nos necesitábamos aún en la distancia y con más rabia y deseo, y sin pensarlo lo convertimos en una apuesta al tiempo. No volvería a cometer dos veces el mismo error. Mi proceso de aprendizaje era rápido y ya sabía lo que tenía que hacer.

Sentía como si una fuerte atracción, imposible de esquivar o superar, me estuviera atando a Bella de forma constante.

¿Qué había pasado en dos horas?, ¿qué ocurrió para que perdiera el control sobre mi mismo?, ¿había sido el hecho de casi perderla? No, esto era más fuerte, mucho más, me sentía con ella, siendo parte de ella y ella de mí y eso no ocurrió durante el día de ayer ni en la misma noche que logramos conversar. Esto no era normal y necesitaba saber qué me estaba pasando y si Mi Vida también lo experimentaba. Para nada se sentía mal, sólo era intenso y por veces hipnotizador.

¿Qué te pasa Edward?, pensé algo confundido y bajé mi mirada para verla. Sus ojos seguían abiertos mirando a la profundidad del cuarto, su cara sin expresión alguna, meditaba al igual que yo, sobre las posibilidades infinitas, sólo esperaba que su amor no se hubiera escabullido en las oscuridades.

Un viento frío se coló de la ventana y Mi Vida se estremeció, inmediatamente reaccioné y la protegí de ese malestar con un abrazo más estrecho, la acurruqué con ternura. Para la hora y minutos que llevábamos en esa posición mi piel ya estaba a una temperatura agradable para Bella. Suspiró profundamente y frotó su cabecita de arriba para abajo en mi pecho; el collarín seguía todavía en su sitio y, por ello, el único movimiento que le permitía el traerlo puesto. Le devolví el gesto dándole un beso fugaz en su cabeza.

--Gracias Edward –susurró.

--De nada mi dulce Bella –musité— ¿Estás mejor?

--En eso justamente pensaba… Creo que estoy en el cielo, porque de otra manera ¡no puedo creer lo que está pasando!

--¿Qué está pasando? –Rocé con mi pómulo su cabeza—Porque ¿sabes?, me encuentro algo confundido y no creo tener respuestas ágiles a la mano; mi mente tiene problemas en este momento.

--No te preocupes, no siempre se pude contar con todas las respuestas del universo –ironizó y se aclaró la garganta—. Me cuesta asimilar que me dijiste “Mi Vida”, “Mi Amor”, lo de “dulce Bella” puedo asemejarlo por lo del aroma, pero lo demás no me queda claro… ¿A caso no la amas mucho? ¿Te sucede igual que a mí? –interrogó algo que no encontré el mínimo sentido.

Levanté mi cara de su cabeza y trate de que supiera que la miraba confundido.

--No tengo la menor idea de lo que me preguntas… Para empezar ¿a quién amo Bella? –inquirí con tono molesto.

--A… a tu pareja. Con la que vives en Italia—titubeó—. Es que… si tú sabes lo de Jacob, supongo que a mí no me tiene que afectar si encontraste a otra chica con quien compartir tu existencia… Sólo me gustaría saber ¿cómo es? –Musitó; su cuerpo estaba tan rígido que parecía el mío—. No es masoquismo, te lo prometo, no volverá a sucederme nada, ni me aventaré a la muerte… sólo que… vivir en Italia ya es hermoso y sumándole a una persona especial, bueno, ha de ser magnífico… Quiero saber que eres feliz, eso me hará bien Edward –susurró esto último con cierto tono de nostalgia.

No encontraba la manera idónea de expulsar esta emoción, pues además de ambigua había sido lo más tonto que le escuché a Bella. Las opciones eran: Reírme de la ocurrencia, enojarme por lo que nos pudo haber costado o entristecerme por haberla confundido a tal escala que pensó que tenía a alguien más.

Respiré tres veces para tranquilizarme y poderle responder maduramente. La verdad tampoco era una solución muy grata, pero era lo correcto, y de esa forma la venda se le caería de sus ojos y se daría cuenta, que al menos yo, nunca estuve con alguien que no fuera ella. Cruda realidad tanto para ella como para mí. Lo único que me quedaba era rogar porque en este instante no recordara nada acerca de los Vulturi.

--Pido disculpas por no responder enseguida, pero lo que acabas de decir no tiene coherencia alguna. Me debatía internamente para encontrar cómo explicarte la verdad –miré al fondo de la habitación para hacer más vividos los recuerdos, me pasé el veneno antes de comenzar—. Bella, las razones por las que vivo en Italia, sin mi familia, son de otra índole, muy alejada de lo que es el amor. Allá no hay ni habrá nunca otra persona, es más, ni en Italia ni en este planeta Tierra. Si no eres tú, no es nadie, así de simple. Lo siento por lo que te voy a decir, pero yo no busqué a nadie que me consolara ni que usurpara tu lugar. Ese es sagrado… lo único sagrado que conservo en este mundo. Y no te estoy reclamando nada ¿ok? Yo me lo gané con mis acciones, te dejé y yo fui quien no regresó a tiempo –enfaticé la palabra “tiempo”—a Forks; mi penitencia la he pagado con creces desde entonces. Sé que te orillé a que buscaras a tu mascota –dije con despreció—. Sí, sí… perdón no es “mascota”, es Jacob –ironicé—. Como sea, después de tu elocuente discurso creo que elegiste correctamente al chico con el que estás comprometida. Te cuida y con eso me basta, aunque me mantendrás muy preocupado por sus reacciones impulsivas. El carácter de los hombres – lobos es impredecible ¿lo sabías? Claro que lo sabes, ¡llevas un año con él! –dije agrió y me dolió recordar que en mis brazos tenía a la futura, pero no del todo segura, señora de Black.

“Regresando al tema, en Italia vivo sin los Cullen porque ahora soy parte de otro clan de vampiros, los Vulturi. Aclaro de un vez que dentro de este clan no tengo a ninguna vampiresa que me interese sentimental ni físicamente. Como te dije hace rato, después de ti no habrá más amor en mi camino… o al menos no de esa forma ¿de acuerdo?

La intensión de haber venido a América era para cumplir con lo de Riley y a darles una visita a los Cullen. Nada más.

Y me molesta que, sin preguntarme a fondo, hayas hecho una tragedia de algo que no existe. Piensa… ¿crees que para mí ha sido fácil sobrevivir esta noche? –bufé— Los celos son algo con lo que hay que tener cuidado”–dije secamente.

--Lo siento –se quitó el anillo como pudo y lo colocó en el suelo, a un lado de ella—. Edward pensé que no me amabas, que ni siquiera pensabas en mí… lo siento.

--Lo sé. Soy buen actor. Años de experiencia con los humanos me ha servido para engañar a cualquiera. Pero aún así duele por dentro.

“Por ejemplo, el día que nos separamos pude ver lo convincente que me veía a través del reflejo de tus pupilas. Eso me aniquiló –dije triste y le acaricié una mejilla—, te creí más astuta, pensé que me descubrirías, que sabrías que huía de ti por falta de carácter… Me haces débil, muy débil Isabella”.

--Un momento… --arrugó su frente— ¿No me abandonaste porque no me amabas… ni porque no te convenía? –dijo incrédula.

--Exacto, ninguna de esas excusas fue real. La verdad es que me faltaron agallas para no sucumbir en mis demonios personales. ¿Podrás perdonarme? Aunque al final no sea el súper héroe que imaginabas.

--Cállate Edward—reclamó—, ¡me salvaste la vida, superaste al vampiro por segunda ocasión! –levantó su mano diestra y me apretó con ella un brazo—Siempre has sido más que un súper héroe para mí. Eres… eres por quien más admiración he tenido en mis dieciocho años. Y te debo tantas que no necesito perdonarte nada. El sufrimiento sólo me ayudó a madurar y logré comprender que a tu lado fui una mejor persona, y si hoy respiro es por ti –subió mi mano izquierda a la altura de su boca y la besó—No hay nada que perdonarte.

La brisa volvió a entrar por la ventana y el aire congelado de la madrugada tocó el cuerpo de Mi Vida haciéndolo tiritar. Con un movimiento imperceptible para Bella, me moví de mi sitio y la acuné en mis brazos. La llevé directo a la cama.

--Wow –dijo temerosa.

--Espero no haberte lastimado – la acomodé entre las sábanas—Regreso en un segundo.

Fui a cerrar las dos hojas de cristal que cubrían al marco de la ventana, corrí las cortinas para que en la mañana no le molestara la luz solar a Bella —iba a ser buen clima—, y se despertara temprano. Tenía el cálculo de que no había dormido bien desde hacía 36 horas atrás y necesitaba descansar.

Regresé cerca de ella y prendí la lámpara que se encontraba en la mesa de noche. Alumbró lo suficiente para que no se incomodara con la oscuridad de aquella habitación.

--¡Eso sí fue un segundo! Por cierto, gracias por la luz –volteé verla y le sonreí.

Sus mejillas se colorearon del tono más carmesí que jamás le había visto. El calor que despidió su timidez fue adorable para mis sentidos. Me senté en el borde de la cama, a un lado de ella. Decidí que le quitaría el collarín, descansar de él le relajaría para que pudiera tener un sueño más grato.

--Bella voy quitarte el collarín. Mantente tranquila –pasé mis manos por detrás de su cuello y le solté el soporte-- ¿Qué tal sientes el cuello?

--Me creerías si te digo que ya no me duele nada –giró el cuello abruptamente y antes de que fuera a voltear al lado izquierdo la detuve con mi mano—No Edward, ¡mira puedo moverme sin dolor! Parece que haber regresado a la vida me trajo otra ventaja… Me pregunto si la mano estará igual –y sacó la mano izquierda de entre las cobijas – ¿Me ayudas?

--¡Qué piensas hacer Bella!, eso es un esguince y es más tardado en sanar, no seas imprudente –dije tomándole la mano entre las mías.

--De acuerdo, con el cuello me basta, era desesperante ese soporte –sonrió e hizo un puchero impagable, tuve que contenerme para no reír – Edward, sé que soy muy curiosa por veces, pero ¿cómo te convertiste en un Vulturi? ¿No eran ellos algo como la realeza de los vampiros o la justicia infernal?

--Así es. Pero no me convertí en uno de ellos, es sólo un trabajo de paso… necesito obtener algo –dije rápido y desvié el tema—. ¿No crees que sea hora de que duermas? La madrugada de ayer no la pasaste muy bien y ya es muy tarde. Tratemos de que te duermas, ¿de acuerdo?

--Pero no te vayas –enunció con angustia y tomó mi mano más cercana a ella—, acuéstate a mi lado… como antes –su corazón comenzó a desbocarse en latidos-- ¡Qué pena! Mi corazón está loco –bajó la mirada y soltó mi mano—. Yo no sé para qué me pides que me duerma si ya estoy soñando.

--¡Qué linda!, eres muy adorable Bella. Supongo que sería una descortesía rechazar esta invitación –toqué su barbilla para alzar su carita y la miré con una sonrisa en mis labios—además si a ti no te importa… a mí menos –traté ligeramente de que entendiera que estaba mal que yo pasara la noche en su cama si tenía novio. Pero no resultó…

Lástima perro, yo hice mi más grande esfuerzo, pensé sarcásticamente.

Apagué la lámpara y con un veloz movimiento me fui del otro lado de la cama. Al recostarme sentí como Bella ya se había girado, de tal forma que quedase unida a mí por su brazo derecho.

--Te amo—dijo muy quedamente.

Mi cuerpo se quedó rígido y mi mente se quedó en blanco. ¡Qué demonios me pasa! No sabía qué hacer, qué responder, estaba completamente nervioso. Quizá lo que acababa de decir Mi Vida fue un golpe muy profundo, inesperado, a pesar de que lo anhelaba escuchar. Tragué despacio el veneno que se hallaba en mi boca.

Comencé a escuchar, de la nada, en mi mente la melodía que le compuse cuando éramos novios, y sin premeditarlo, la tarareé para ella.

--Gracias –dijo y subió su cuerpo hasta la altura de mis hombros.

Me detuve y la ceñí en mis brazos, acercándola a mi cuerpo. Ella pasó su delicado brazo derecho a través de mi cuello y acomodó su cabeza entre mi hombro y mi cara. Me sentí tranquilo después de el embrollo de hace unos momentos. Respiré su aroma embriagador para cerciorarme de que las sensaciones estuvieran bajo control.

Estaba sintiéndome envuelto nuevamente en esa atmósfera hipnotizadora de su presencia. Era como si nada de lo que hubiera a nuestro alrededor existiera. Me encontraba prontamente confundido entre lo que debía “respetar” y el deseo de amarla a pesar de su actual condición.

¡Ay Bella, Bella! Tú quieres acabar con mi cordura.

En lo que iba de estas dos horas había pasado por dos estados de confusión y no era normal en mí. Sabía que mis cánones morales no me permitían ser el patán que el lobo se merecería, pero tampoco era para estar idiotizado. Algo extraño sucedía, una emoción, un estado de animo, un pensamiento… no lo sé, era como entrar a los laberintos de una dulce locura cuando estaba tan cerca de Bella. Definitivamente perdía cualquier atisbo de razonamiento e inteligencia.

--Edward ¿te molestaría si me quedo así? – levantó el rostro para toparse con mi cara pues yo veía al techo en ese instante.

--No.

--¿Podrías voltear a verme?, por favor.

Bajé mi rostro y lo ladeé en dirección a ella. Sorpresivamente y sin que me diera oportunidad de asimilar aquello, se postraron cálidos y suaves —como siempre— los labios de Bella sobre los míos. ¿Por qué me robaba un beso? ¿Que no había entendido que ella, y sólo ella, era dueña de mí y por ende de mi boca?

En cuestión de milésimas de segundo tomé la decisión de no parar esto. ¡A mí qué más me daba el perro! Y sí por el contrario, estaba en busca de un motivo para luchar por Mi Vida, y si ella también quería estar conmigo, romper su endeble compromiso sería pan comido. De todos modos Bella ya le había faltado el respeto a su mascota al llevar acabo este beso.

Cerré los ojos para disfrutar aquel benévolo percance. La sensación era completamente mejor que la primera vez que la besé. Mi Cielo pasó sus dedos por mi cabello impulsándome hacía ella con más furia. Por un azar que no busqué comprender mis manos recorrieron de su espalda a su nuca e imité el movimiento. Nuestro beso se convirtió en una amalgama de acero.

Nuestras bocas se mantuvieron dibujándose durante un minuto de pasión. El beso que me entregó venía acompañado del candor de su corazón, porque su sangre hervía como geiser debajo de su tersa piel. Provocarme y enloquecerme era una tarea muy simple para ella. El vampiro inquieto en su jaula se saciaba con gusto al percibir la sangre tan cerca de él y el hombre disfrutaba al procurar preservar el instante mágico de su enamorada. Era la gloria estar besando a Mi Vida… A MI BELLA.

Avisté que necesitaba respirar y deslicé mis labios por su mejilla y su cuello, ella se estremeció al contacto de mi boca con su cuello.

--Respira Mi Amor –susurré a su oído.

--Ajá—jadeó y buscó mi boca con urgencia.

Asió mis pómulos entre sus manos y con ojos cerrados me llenó de besos por cada parte de mi cara, lográndome distraer mientras hacía su maniobra: subir su cuerpo sobre el mío.

--Te amo –declaró y me beso profundamente.

Era un títere entre sus brazos y su boca. Mi fuerza de voluntad era nula y mi poder sobrehumano se reducía al de una hormiga.

Mis instintos vampíricos y humanos mandaron a mis manos a cubrir su cintura. Estaba atrapado en un gran marco de pasión y deseo, las cosas que pasaban no eran claras ni mucho menos mis acciones, sólo sentía que Bella controlaba todo y si mi demonio estaba quieto era porque ella tenía suerte o porque lo hipnotizaba peor que a mí mismo. Era extravagante besarla con tanto furor.

--No me dejes ir Edward...—musitó o eso creo…

No lo sé con certeza, porque me encontraba turbado por todas las sensaciones que vivía. Pero fue exactamente por el esfuerzo de regresar a la realidad que me percaté de mis manos, quienes ahora tocaban su piel, corrían a través de su pecho y su espalda sin el menor freno. ¡Cómo era posible! ¡En dónde andaba yo cuando pasó ese atrevimiento!

Bella me jaló con ahínco a continuar besándola y desapareció mis pensamientos. Necesitaba parar cuando antes todo eso, pero por más que me resistía no obtenía desligarme de sus labios.

Su corazón estaba febril y mis manos recorrían sus muslos con deseo exagerado.

Con un desmedido movimiento sacó mi camisa y por acto reflejo yo le quité el sweater que llevaba encima. Sus pechos, como era de esperarse, quedaron expuestos y fue el impacto visual más fuerte que había percibido en mis adentros en toda mi existencia. Disfrutaba voyeristamente de lo que observaba hasta que ella se abalanzó a besar mi cuello; su rocé con mi piel me estremeció intensamente.

¡Qué intentas hacer estúpido!, me regañé al verme a punto de llevar acabo algo con lo que pondría en riesgo su vida. Aquella emoción me liberó instantáneamente del encanto.

La atrapé por la cintura y la retiré con la mayor amabilidad que pude. Me levanté asustado y con la velocidad natural de mi ser. Me dirigí a la ventana, la abrí y respiré hondamente para sosegar mis instintos. ¡Bien hecho Edward!, pensé enojado al percatarme de mis acciones.

Me recargué en el marco de la ventana, con la cabeza cabizbaja y dándole la espalda. Tenía que evadirla, eludir su expresión, cualquiera que fuera.

--Cúbrete por favor Bella. Lo siento mucho, me extralimite. Me siento muy apenado contigo –dije aún envuelto en la lujuria que me había llevado a ese desliz –Voy a tener que salir en este momento, pero no te preocupes regresaré lo antes posible, intenta dormir ¿si? –Hice una pausa, mi vergüenza me hacía sentir fatal—. No sé que me paso… Necesito calmarme… Bella… Bella, de verdad lo siento no quería ser tan irrespetuoso.

Di un salto por la ventana y me escabullí en la penumbra de la madrugada.

Bella POV

Me quedé sola en el cuarto, sentada en la cama con las piernas cruzadas y oyendo a mis latidos pronunciar su nombre, a mis manos reclamarlo y a mi consciencia gritarme que no tenía perdón de Dios. Sin embargo, por mucho que se aferró, no la dejé llegar muy lejos, ningún sentimiento de culpa invadiría mi perfecta burbuja de felicidad. No en este momento.

Respiré hondo y entró a mi nariz el aroma que aún quedaba de él.

¡Esto parece un sueño!

Extendí los brazos y me tiré de espaldas a la cama. La alegría no cabía en mi pequeño cuerpo. Suspiré una y otra vez en busca de la tranquilidad para mi contento corazón.

Lo acolchonado y confortable de la cama transfirió una sensación de estar acostada en una especie de nube, ya que las sábanas eran blancas. Sí, no había duda… estaba en el cielo.

Con un gusto tremendo me percaté de mi emoción y deduje rápidamente que hacia un año ocho meses que no había sonreído como se debe, ni tampoco recordaba que en este tiempo hubiera sentido un regocijo tan placentero. Cerré los ojos para escuchar con atención lo que mi mente me decía.

Edward, Edward, Edward... y así hasta el infinito.

Reí como una tonta cada que sus besos se revivían en mi cuerpo y en mis labios.

Estaba en el paraíso.

Me giré para acurrucarme en un hueco entre el colchón y las cobijas, deseaba pensar con más claridad. Abrí mis ojos de sopetón. Toqué mi cuello. Un momento de extrañeza regresó a mí: mi cuello “lastimado”. Normalmente tardaba en sanar de mis heridas, y el cuello no tenía por qué haber sido la excepción, sin embargo lo podía girar sin el menor dolor. La muñeca era ahora la intriga, porque a pesar de la adrenalina que estaba pasando en brazos de Edward, juraría que no me punzaba ni me causaba molestias.

Puse mi muñeca a la altura de mis ojos y levemente fui doblando los dedos. Efectivamente no se sentía nada. Me aventuré a desenvolver la curación; cuando lo logré la flexioné con desconfianza y para mi maravilla también había sanado.

Oh, ¡eso es genial!... ¿creo?

Reflexioné sobre las posibilidades de mi mejoramiento, y por más que busqué, la única idea que tenía explicación para mi repentino cambio se basaba en el momento justo de mi retorno a la vida, era muy difuso, pero si era cierto… si era verídico, entonces eso quería decir que… esa minúscula gota milagrosa sí había existido y no era otra cosa que… ¡el veneno de Edward!

Sí, sólo un poder como el del vampirismo podía arrancarme el destino de la muerte.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Parpadeé dos veces para afrontar la realidad mientras que mi mente recabó las preguntas existenciales más complejas, con base en mi actual condición: ¿Qué significaba tener el veneno dentro y no ser uno de ellos? ¿Por qué no había pasado por todo el calvario de la transformación? ¿Dónde habitaba esa gota dentro de mi organismo? ¿Cuánto duraría? ¿Qué otras cosas habrían cambiado? Y de repente saltó a mí el aspecto más escabroso de todos: Edward.

El vampiro más moralista y persignado ¡se había dejado llevar por su pasión y sus instintos! Eso era algo nuevo para mí, sin embargo supuse que la añoranza nos había dejado llegar tan lejos. Pero cuando salió de esta habitación se veía desencajado, confundido, alterado. Eso complicaba las circunstancias, pues tal vez lo que ocurrió no era realmente algo consciente si no algo impulsado por la atracción entre el veneno y él. Porque pensándolo con detenimiento, tuvimos infinidad de ocasiones solos en una cama, besándonos y JAMÁS sus límites se quebrantaron.

¡Oh por Dios! Que sea verdad, que sea verdad… deseé con vehemencia para que no se quisiera apartar de mí nunca más.

Por mi parte me sentía igual de cautivada por él, aunque debo de aceptar que me ocasionaba volverme loca de pasión cada que nuestros cuerpos se acercaban. Era irresistible su aroma, su cara, su tacto, sus… –suspiré inevitablemente y me volví a reír como niña—labios.

Me mordí el labio para extraerle el sabor a mi vampiro. Mi lengua rozó un tramo de algo que parecía ser una cicatriz muy fina. Me llevé el dedo índice a la comisura del labio y ausculté la zona. Sí, no quedaba duda, el veneno había entrado en mí. La pequeña herida estaba cerrada y se sentía dura como la de mi brazo, aquella que James me hiciera en el estudio de Ballet hace casi dos años atrás.

Di un brinco bastante malo al suelo y corrí al encendedor de la luz, después de iluminarse el cuarto rastreé el espejo y me dirigí hacia allá.

Al observar con detenimiento mi cara, registré si había algo extraordinario en ella y nada, seguía siendo la misma chica común de siempre sólo con un poco más de brillo en los ojos, pero eso se debía a la imagen de Edward en mi mente. Lástima mi coordinación motriz y mi aspecto físico no se hallaban beneficiados.

Doblé mi labio inferior y revisé con cuidado el espacio donde se había ido el veneno. Era tan, tan minúsculo. Imperceptible para quien no lo supiera. El problema ahora era comentarle o no a Edward mi hallazgo. ¿Para qué me complicaba? De cualquier forma, ¿qué ganaba con saberlo? Ya estaba con vida y él había estado profundamente enamorado de mí antes del incidente…

¡Y no!, una duda me asaltó sorpresivamente: ¿podría por fin leer mis pensamientos? Eso sí me angustiaba.

Mis pensamientos eran un cúmulo de tonterías cuando pensaba en él, o al menos no eran lo que Edward esperaría de una señorita. Y no es que fueran perversos o algo así, ¡NO!, pero siempre que se atravesaba en mi camino mi respiración y mi inteligencia se iban de paseo, en pocas y resumidas palabras era una tarada mental, y eso sí me ocasionaría una vergüenza descomunal.

Ay ¿por qué a mí? –Golpeé mi frente con la superficie del espejo—Y justo cuando lo había recuperado.

Quería llorar de la frustración. Se daría cuenta de lo loca que estaba y me abandonaría.

La única esperanza que guardaba era que el veneno lo embrujara a tal grado de no permitirle ver lo torpe, tonta y fantasiosa que era por su culpa.

¿Por qué con él no me era tan fácil ser yo misma como con…? ¡JACOB!

Corrí exageradamente rápido a la estancia y comencé a buscar el celular. Si no le hablaba antes de que apareciera el sol, él vendría y acabaría con todo este cuento de hadas.

Me dolía ser una desalmada con él, y más después de todo su apoyo y su sincero amor, pero mi egoísmo me superaba y tenía que poner mis prioridades por encima de cualquier cosa, sobre todo ahora que sabía que Edward era MI FELICIDAD.

Ser infiel por primera vez no es nada fácil, y menos cuando realmente amas a la persona con quien te esta liando.

Decidir qué hacer era todavía peor, pues mi amado ausente ya me había abandonado una ocasión y podía volver hacerlo, y con más razones una vez que conociera mis pensamientos y con ello que se diera cuenta que yo era una humana más en el mundo. En cambio mi Jake me aceptaba con todos mis defectos y sin tener intenciones de dejarme… bueno, hasta ahora.

El miedo se aproximaba a mí, mostrándome el cuadro pintoresco de la encrucijada con la cual me iba a topar: Edward o Jacob.

Cualquiera de los dos caminos podían ser accidentados, los dos presentaban beneficios tentadores, es decir, la balanza estaba equilibrada, lo que hacía todavía más trágica la decisión.

Mi razón le apostaba al camino del sol y mi corazón al de la dulce noche. ¿A quién escuchaba?

Tomé el celular y marqué. Iba a poner en práctica una frase que escuche un día: “Cuando no sepas qué hacer y todo parezca confuso lo mejor es que dejes las cosas en manos de Dios”.

Pues bien, Dios guía mis acciones para no hacerles tanto daño.

Esperé cinco tonos y estaba dispuesta a colgar cuando su voz salió del auricular.

--¡Vasha… vasha… vasha! ¿A jiéen tenemos marcáandonoss? ¡A la ex novia del chupaasangree! –se rió, su voz sonaba extraña— ¡A nooo!, estoy eequivocaado. ¡Es miii noviaa! MI NOVIA –gritó—. No se te olvidaaa ¿veeerdaaad Bella?

--¿Jacob qué demonios te pasa? –indagué.

--¡A míiii! –ironizó—Si la que le paxa algoo es a tiiii. ¿Jjjé… ya te dejoo? Por eso me buuscas ¿no es asíii Beella? –reclamó pero su voz sonaba como ida.

--Estás ebrio ¿no es así Jacob Black?—dije molesta— ¿Qué ganas con estar así? ¡Eres muy infantil!

“Te busco porque quería que no estuvieras preocupado por mí. Me quedé dormida y no pude llamarte antes, lo siento ¡ok! –Mentía con una agilidad que me sorprendía—Y no sé a quién te refieres cuando hablas de que “alguien” me dejó –reclamé—. Supéralo de una vez. Mira que ponerte borracho… ¡es el colmo! Te pedí tiempo para calmarme y tú ya creaste una historia a mis espaldas.

--AAAH xa entendí… porexo no me puedes amar… PORJJE SOY MÁS JJJOVEN… y como no he vivvvido mil años… ¿veerdad? –Acusó.

--No digas tonterías, por favor—contesté exasperada.

--Pero xabes jeee, al mennnos xo… Bella… xo nnuncaa te he roto el corazón…. nni tampojo te he xido infiel… jjjamáss, ¿lo oíste?, y ¿tú?... No, no, no, mejor no respondas… Por que si me entero de que sí, voy y lo mato, y delante de ti, lo mato –declaró ferozmente.

--Cállate Jacob, estás alucinando. Cómo podría engañarte, te quiero tonto–dije dulce para tratar de tranquilizarlo. Al ver el panorama de lo que se me venía encima quería ser yo la que muriera.

--¡Xiempre jisiste je pasara eso! Jjerías volvértelo a topar... No me amas ni un poco… y xo te amo jon tttooda mi alma –sollozaba y me partía el alma escucharlo así—… Bella no me dejes… Bella él esss una maldiita sanguijuela… Xo te amo. Me moriré xi no estás conmigo.

--Jake no digas eso. No ha pasado nada de lo que me estas insinuando. Sólo estás borracho.

--No Bella, nnno lo estoy, bbueeno…xí lo estoy… pero es xólo porje necesitaba sacar este malddito dolor je me qqquema… Bella me quemas… Bella, xielo, no importa lo je hagas, xólo regresa conmigo… Excúxame, él te va a abandonar… MALDICIÓN QUE ME DEJES EN PAZ –dijo enfadado a alguien que se acercó a él.

--¿Con quién estás? ¿Son los chicos? –sentía una esperanza porque tuvieran a alguien que lo pudiera auxiliar en caso de ser indispensable.

--Xxí, xí, son estos tarados… Bella detesssto ser el plato de sssegunda mesa, pero por ti xoy lo je jieras… no me dejes amor… ¡NO! –dijo pero refiriéndose alguno de los allí presentes— Nunca hay je separarnos cielo… piénsalo, xo te he protegido y te he curado las heridas… él sólo… LO ODIO CON UN CARAJO, ¿JÉ LE VES? RESPÓNDEME –golpeó algo que resonó a través del teléfono, se había puesto agresivo.

--Jacob, cálmate –dije muy angustiada y alguien le quitó el celular.

--Bella márcale en la mañana. Ahora está muy alterado. No le va a pasar nada pero no puede entrar en fase así. Necesitamos calmarlo. Adiós.

Era la voz de Paul, estaba segura de eso. Cerré el celular. Las piernas aún me temblaban.

Me moví con paso lento al cuarto donde estaba la cama. Mi mente era una maraña de posibilidades pasando por mis ojos. No deseaba exponer a mi Edward con Jacob y mucho menos sabiendo que él tenía todas las habilidades para matar a más de un vampiro a la vez. No, ni de broma. Mi pulso se aceleró al máximo y el vértigo atrapó a mi cuerpo dejándolo helado al pensar que podría perder a Edward definitivamente.

Abrí la puerta de la habitación, esperando encontrar el sweater lo más rápido posible pues Edward llegaría en cualquier momento y me había pedido amablemente que me cubriera, pero mi sorpresa al cruzar el umbral fue hallar a éste sentado al borde de la cama, observando a la luna colarse por la ventana.

--Hola –dijo calmado, pero sin voltear a verme—tu prenda puede quedarse donde esta… si así lo quieres todavía—recargó sus codos en sus piernas, flexionando de esa forma su espalda—Sólo me pregunto… Después de esto… de lo que pase aquí, ¿qué vas hacer?—se levantó y con un profundo respiro se llevó las manos a la cabeza, se despeinó un poco y volvió a bajar los brazos –No puedes jugar con los dos… o al menos yo me rehúso a estar dentro de tu juego.

La sangre se me fue a los pies y mi corazón casi se paralizó de la impresión. Había oído mi conversación y quizá también mis pensamientos. Era un monstruo y no tenía derecho a que ninguno de los dos me amara.

A pesar de que mi amor sólo le perteneciera al que estaba dándome la espalda. La única salida, dentro de mis posibilidades actuales, para no perder a quien realmente me importaba era hacer un trato. Un trato que implicaba ir en contra de mis valores… y seguramente también de los de él.

Coraje Bella, coraje. Es forzoso. ¿Eso o perderlo?

--Edward se mi amante.

1 comentario:

Beth Randall dijo...

mira no se la verdad tu historia me encanta esta super buena pero estan publicando muy poco ojala aprovecharan ke estamos en diciembre y subieran un poco mas ya ke es buenisima y muero por saber ke pasara
igual me encanta la historia y muero por saber ke le dira edward.....