lunes, 15 de marzo de 2010

SORPRESA!!!!

DESPUES DE TANTOS MESES DE ESPERA POR FIN TENEMOS UN NUEVO CAPITULO DE NUESTRA FANTASTICA HISTORIA DE MIELI SIIIIII COMO LO LEEN ASI QUE NO SE CONFUNDAN ESTE ES UN CAPITULO DE LA HISTORIA ANTERIOR(DE LA QUE QUEDO INCOCLUSA) NO ES DE LA ACTUAL ASI QUE NOSE CONFUNDAN ESPERO LES GUSTE POR QUE YO QUEDE TRAUMADA JAJAJAJJAJAJA ESPEREMOS EL ULTIMO CAPITULO QUE SERA PRONTO MIENTRAS A DISFRUTAR Y ODIAR!!!! JAJAJAJJAJAJAA
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**Los personajes e historia son obra y creación única de Stephenie Meyer -ya lo sabemos, gracias, continúen leyendo- la fuente mágica de los deseos es la única culpable de que yo reconstruya una historia alterna. FIN**

Hola vampiresas hermosas, con la novedad de que he regresado... perdón, perdón, perdón, perdón. Sé que tengo millones de años luz que no actualizaba, lo siento mucho, pero ya sabían el motivo... Les prometo que esta actualización vale mucho la pena. Por cierto, perdón, pero no es el Epílogo, es el capítulo final, porque el anterior no me convenció para nada y por si fuera poco, si no leen éste no entenderán el Epilogo que tengo, pues gracias a que la magia regreso a mi cabeza es que hice algo que merece su atención.
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31. Despertar en delirio

"Como si fueras la luna de plata que alumbra mi ser,

deja que esta locura nos asista a los dos"

Café Tacuba.

Bella' s POV

Día 2

Gestación

--¡Aaaaaaaaaaaaaaaah!

Grito agónica tras otro latigazo que carcome y araña mi moribunda alma por el terrible dolor.

Dime, ¿qué tanto te duele?

¿¡No puedes decir que te lastima sino sabes de dónde proviene el dolor!?

¿Dónde está tu cuerpo?

Ella no tiene cuerpo, se lo destrozó un metamorfo.

Pídeme que pare…

Tú querías esto, ¿no Bella?

¿¡Dónde estás Isabella!? ¡¿No sabes dónde estás?!

Isabella… Isabella… Isabella.

¡Paren! Quiero que se callen todas estas voces, quiero desesperadamente que se ahoguen, que se asfixien con el abrasador aire del infierno como yo, que se pierdan entre mis gritos, lo que sea primero, pero que se enmudezcan, ¡no las soporto! Tiemblo –si es que se le pude llamar así a esto— cada vez que las escucho, son como voces malditas murmurando por veces, y en otras chillando, desquiciadas, insanas, y exasperadas al no hallar en mí una respuesta sabia. Y por si fuera poco lastiman mi… alma.

O lo que queda de ella.

¡Mataste!

A tu hija.

Y a un humano.

--¡¡Noooooooooooooooooooooooo!! –la agonía vuelve.

Sí, tú los mataste.

¡Ya eras mala Isabella!

¡Mataste Isabella!

Por eso estás y estarás entre nosotros.

Eternamente entre nosotros.

Cometiste actos de lujuria.

Mentiste.

Odiaste.

Lastimaste.

Isabella… Isabella…

--Bella, Mi Vida, ¡resiste!

¡Shhhhhh!

¡Silencio!

Todos, ¡silencio!

Se termina de extinguir en el vacio de las tinieblas la voz de terciopelo. Quiero llorar. ¿Dónde está?, ¿a dónde se ha ido?, ¿por qué desapareció tan pronto? ¡No quiero estar aquí! ¡¡No!! El penetrante y mortífero ácido me está enloqueciendo. Yo no quería, ¡juro que no quería matarlos!, a mí hija menos. No es cierto yo no… las voces… las voces han desaparecido. Silencio. ¡Ya no las escucho! ¿Se acabaron?



Esperen. Percibo que se aproxima algo… peor. La soledad. Ése hueco imperdonable, que se estremece y bufa, pero como mar embravecido. La conozco mejor ahora. No puedo ver absolutamente nada, pero la percibo, ¿de dónde proviene?

--¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!

Me retuerzo. Regresan a mí los latigazos ardientes. Ya está aquí. Más dolor. Más dolor.

--¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!

Desearía tanto no sentir. Sin embargo, entre la agonía escucho mi voz emanándose fuera de mí, en alguna superficie terrenal, no estoy segura de continuar existiendo en algún sitio, o que el dolor no me ha fulminado, no sé si soy lo que fui... Ellos continúan diciéndome: Isa… ¿Isa…? ¡Bella!

¿Ya olvidaste quién eres?

¿Quién eres?

Sí, ya lo olvidó.

Un vértigo con sabor a ácido se clava profundo, es la angustia que me atenaza. Sé que no he olvidado quién soy, ¡no lo he olvidado! ¿yo soy…? No, no…

--¡¡Nooooooooooooooooooo!!

¡Duele! ¡Inmensamente duele! Alguien, o algo, ha encajado hasta lo más profundo unas fieras y largas pesuñas en mi alma… Lloro, sé que estoy llorando, la sensación a sal es colosal. Jamás imaginé que esto pasaría; mi alma… ¡mi alma está siendo desgarrada! Y no puedo… No tengo brazos para defenderme.

--¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!

Ahora sí suplica para que pare.

¡Súplica!

Mejor ruega porque éste es tan sólo el comienzo.

Ja Ja Ja.

Arde, quema, ¡DUELE!, ¡DUELE MUCHO! Desean que ruegue clemencia, no sé qué ganarán con eso, si saben que me están matando lento. Y aún así se mofan inescrupulosamente de mi desgracia, lo detesto, lo odio… odio, odio, ¡odio oírlos!

Mami…

No,no por favor… No…

…suplica, mami.

¡Nooooooooooooooooooooo! Ella no, ¡ELLA NO!

Ja Ja Ja.

***

Una voz, dos voces, tres… cuatro. Todas hablan. Todas quieren algo de mí. ¿Todas? ¿Por qué son "todas"? ¿Quiénes son "todas"?

Una voz, hiere, dos voces, trastornan, tres, maldicen, cuatro… matan. Todas están desquiciadas.

¿A quién injurias de locura?

¡A ti!

¿A mí?

¡A ella!

¡A todas!

¡¿Todas?!

¡Malditas, sínicas, farsantes!

¡A TODAS LAS CONDENO A LA LOCURA! ¡Dementes!

¿Dementes?

¡¿Nos llamo dementes?!

¡Cállense! No paran de conjurar incoherencias. Son demonios, ya lo sé, y son capaces de adoptar la voz de cualquier ser que deseen… Reneesme nunca estaría aquí, ¿o si?, no por supuesto que no, ella… ella es un ángel, ¿o no lo es? Brillaba, resplandecía. Era un ángel.

¿Ángel?

Es engendro de un demonio.

Y de una madre pécora.

¿Ángel?

Demonio.

Demonio.

¡¡Demonio!!

--¡Noooooooooooooooooooo! –Chilló nuevamente— ¡Aaaaaaaaaaah!

Me continúan dañando. Los rasguños que infligen a mi esencia me desintegran, y ya no tengo fuerza, lograran su cometido: separar mi alma de mi mente. El final está cerca, mi demonio es más poderoso y se ha apoderado de lo poco que queda de mí, lo siento. El corazón se debilita, ya no late intenso.

Las voces… ellas me lo han dicho. Mi alma no servirá más. Estoy muriendo.

¡Mientes!

Tú siempre mientes.

Mentirosa.

Sufrirás eternamente.

¿Eternidad?

--¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!

Hola, Bella.

Todo se paralizó. Ella por fin había llegado. Y como si me hubieran pasado por una enorme máquina de coser, cual retazo de ropa vieja, con unas filosas agujas hilando a la par en un mismo instante, sentí como se adhería agresivamente aquella maldad escalofriante, de ojos rubí, a mí.

Hagámoslo real.

Las agujas se volvieron a clavar, sólo que esparcieron, de forma inexplicable, una tonelada de veneno a través de mi dimensión y descuartizaron, hasta hacerla sangrar toda la luz que le quedaba, a mi alma. Estaba conociendo el verdadero calvario del infierno. La boca del averno me estaba tragando y me lamía con su lengua de mil espinas mientras mi demonio me incrustaba definitivamente sus colmillos en mi corazón moribundo.

Y ahora sí, como nunca antes, empecé a sentir lo que es el terror.

Día 3

Resurrección

Malvada, diabólica, proterva, infernal, perversa, inicua. Cruel.

Eso soy yo hoy.

La ira, la desesperación, el dolor, el rencor y el odio –sobre todo el odio— invadieron como maremotos de oscuros océanos enfurecidos en una horrorosa y tenebrosa noche a mi deleznable alma. Fue como si todos los malos sentimientos que hubiese evadido por años y años fueran tan reales y peligrosos ahora.

Odio a mi madre por haberme sometido deliberadamente a la soledad durante toda mi vida. Ella nunca se fijó en cómo fui creciendo, no percató lo desapegada que fui de sus cuidados, claro que no, su felicidad siempre importó más. Bella al último. Sólo pensaba en sus intereses; en su comodidad. Bella no importaba. Por eso fui presa de mis espantosas desgracias. Si ella me hubiese querido, de verdad, tan sólo por un momento, no se hubiera casado, no le hubiera interesado más ese hombre que yo, ¡YO ERA SU HIJA!… Y por su culpa, ¡por su maldito egoísmo!, fui brutalmente torturada por un vampiro rastreador; fui acosada por una vampiresa loca y terminé lastimada hasta el punto de hallar mi muerte de la forma más violenta que pude haberme encontrado por un metamorfo sin escrúpulos. Mi madre nunca me amó, entonces, ¡¿por qué quererla?!, ¡¿por qué no sentir este profundo odio?!

¡La odio!

Al igual que a mi padre que enfatizó el abandono y la separación con sus faltas de atenciones. ¿Por qué me hacía viajar a Forks?, ¿por qué no viajó él a donde yo estuviera cuando era pequeña? ¿Por qué no me quiso cobijar con su cariño? ¡Por qué! ¡Por qué si se dio cuenta que sufría nunca hizo nada! Él y yo éramos dos extraños viviendo en la misma casa. A él tampoco le importé. Fui una responsabilidad más en su vida, como tantas otras… sin ningún tipo de relevancia mayor. No le importé lo suficiente.

¡Lo odio!

Odio mi alma que permitió haber sido tratada como el títere de los demás, el apoyo incondicional de los seres más egoístas del universo, el respaldo de los mediocres seres humanos, la cosa deseada de los inhumanos.

¡La odio!

Odio, rencor, ira, resentimiento… es lo único que siento.

Y lo peor es que no sabría decir en qué segundo había cambiado. Esto era como si las cuerdas que ataban mi corazón a mi alma se hubieran convertido en feroces anacondas, dispuestas a atacar a cualquier indicio de humanidad que existiera en mí por el daño me llevaba cargando.

Siento la sed… mi propia sed de venganza… de sangre.

Aunque sonara extraño, el veneno se maximizaba conforme pasaban los lapsos de dolor. Las voces ya no me hacían compañía, las silenció… mi demonio. A cambio, cada recuerdo de mi vida humana fue succionado por éste y tergiversado al grado de ser transformado en un pensamiento ilegible. Ahora eran como pusilánimes dibujos vistos a través de una fina capa de una hoja de cebolla.

--Lo siento Mi Vida –resonó la voz aterciopelada de repente en este abrasador infierno—. Lo siento.

Ya falta poco…

¿¡Edward!?

¡¡Edward!!

¡¡¡Edward!!!

¿Poco? ¿Para qué falta…?

--¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!

Grito como no lo hice antes. El dolor se intensifica, SE EXTIENDE.

--¡Aaaaaaaaaaaaaaaah!

La irritable hoguera permanente, golpea de forma fatal y brutal al único órgano que "siento", y resguardo con percepciones claras y constantes, de mi cuerpo humano… mi corazón, y con el tremendo golpe a éste lo terminan desarmando de la poca bondad que le quedaba. DUELE. QUEMA. ARDE. ¡Mis latidos se extinguen! El poder me embriagaba, hasta hastiarme. No puedo…

¡¡¡No puedo controlarlo!!!

DUELE… DUELE… DUELE… DUELE… ¡¡MALDITA SEA, DUELE!!

Edward´s POV

Intenté mil veces calmarme con viles e insensatas palabras absurdas; sabía lo que estaba pasando. No debía temer por Bella, ella estaría mejor en unos minutos. No debía alterarme. No debía sentir la intranquilidad nublando mi lógica. No debía, no debía...

--¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah! –gritó otra vez, pero ahora con indescriptible agonía.

--¿Hasta cuándo Alice? --pregunté con una ira que sobraba; ella no tenía la culpa de lo que Bella sufría— ¡No lo aguanto más! ¡Ya no quiero que sufra!

Me acerqué a milímetros para tratar de abrazar a Bella mientras se contorsionaba por los últimos cambios. Perdóname Mi vida. Pronto va a pasar... Verla agonizar durante estos tres días había sido mi peor condena. ¿Cuánto no hubiera dado por ahorrarle este proceso tan doloroso a Mi Vida?, ¡¿cuánto?! Sin menos cabo de duda, éste sería el peor de mis recuerdos a su lado, pues ni siquiera haberla hallado ensangrentada y amoratada en aquella asquerosa cabaña de Canadá se comparaba con su dolorosa transformación, hasta Carlisle estuvo de acuerdo en que Bella era presa de la peor conversión que él haya sido espectador en sus tres siglos y medio de existencia.

--Edward, ponla en el suelo y tómala por los brazos, ¡ya va a despertar! –enunció pronta Alice.

Su voz no era precisamente un augurio de felicidad, algo andaba fuera de lugar, sin embargo obedecí sin respingo. Alice por su parte gritó histérica el nombre de su amado esposo –¡mal pronóstico!— y al momento no solo él sino también los que faltaban se encontraban en la habitación.

--¡Jasper, Emmett, ayuden a Edward! Capturen sus tobillos y su cadera. Carlisle, tú, a su brazo izquierdo –apremió Alice.

¡Qué rayos le pasaba a Alice! ¿Para qué tanta seguridad?

No podía leer su mente, no sabía si había visto algo catastrófico, Alice la bloqueaba con alevosía, pero era seguro que si necesitaba a los cuatro varones encima de Bella, su despertar no sería excepcionalmente tranquilo.

No te alteres, no le va a pasar nada –pensó Carlisle al ver mi rostro desencajado.

¡¿Acaso no debía preocuparme?! ¡Por favor, dejen de jugar conmigo! Bella, mi dulce Bella, no iba a ser la de siempre, y eso me lo transmitía indirectamente Alice con sus silencios. Intenté lo único que pude.

--Bella, Bella sé que puedes escucharme, aquí estoy, no pasa nada, contrólate. ¡Aquí estoy! –dije frenético pero al finalizar estuve a punto de cortar mi voz por falta de tenacidad. Me partía el corazón verla fuera de sí.

¿Y si los últimos días por lo que había pasado realmente le afectaron? ¿Y si no era Mi Bella? ¿Y si su demonio era tan poderoso como su fuerza física?

--Tranquilo Edward, ¡concéntrate! –gritó Jasper, mientras forcejeaba con los pies de Bella.

Me zarandeé un poco la cabeza y focalicé mi energía. No obstante era tarde, las contorsiones del cuerpo de Bella se volvieron más violentas en cuanto intentamos retenerla. Sí era muy fuerte, exageradamente poderosa.

--No permitan que se les vaya de las manos –chilló Alice–. Esme, Rose, aléjense de la cama, pónganse en un sitio seguro.

Edward, lo siento, tengo que utilizar toda mi fuerza –se disculpó Emmett, a la par que presionaba con su enorme peso la cadera de Bella.

El observar de momento a Emmett, Jasper y Carlisle luchar contra el ímpetu de Bella finalizó por destrozar la poca cordura que me mantenía pacifico. Suficiente impotencia había vivido durante setenta y dos horas como para continuar soportando la agresividad con que era tratada la razón de mi existir.

Alice conocía, aunque fuera mínimo, el futuro de Bella, y necesitaba que me dijera por qué reclutaba a la familia para dominar al nuevo integrante.

--¡Alice, respóndenos, qué va a pasar! ¡Dinos! –exigí cuando me sobrepasó la angustia.

--Edward, discúlpame, no lo sé –dijo atormentada y se dejó caer al suelo, apretándose la cabeza con martirio—. Pero ella…

Todos nos paralizamos.

Un sonido, un minúsculo e insignificante sonido, se oyó por encima del golpeteo de su cuerpo sobre el suelo, que cesaría después de éste. Cada uno de nosotros volteó a mirar el suceso.

Bella había abierto los ojos.

Bella's POV

Despertar

El tiempo de los asesinos se abre paso como rayo tras una fiera tormenta, cuando el deseo termina de nublar tu mente, de ensordece tu oído, de escaldarte el gusto, de cegarte la visión y de insensibilizarte el tacto… cuando has matado a tu propio corazón.

Mi instinto me susurró que los matara. Mi fuerza me indicó que sería capaz de hacerlo. Mi mente planificó ipso facto el ataque simultáneo.

Arqué la espalda a penas un poco, concentré mi fortaleza en mis potenciales movimientos y cuando estuve convencida, es decir unos segundos más tarde, actué. De una sola flexión me incorporé coléricamente, pateando adrede, con mis dos pies, la cara cicatrizada del vampiro rubio, cuya fuerza y maniobras no fueron ningún problema para evadir, de hecho enviarlo muy lejos de mí fue pan comido; después, pero casi a la par, con mi rodilla derecha golpeé la cara del castaño corpulento, dejándolo momentáneamente fuera del juego; y por último, me deslindé con gracilidad a los otros dos que me faltaban al dar un giro de ciento ochenta grados con mi cuerpo, de tal modo que irremediablemente tuvieron que soltar mis brazos.

Percibía con exactitud el poder de los siete vampiros, sabía a quién atacar primero, sabía a quién dejar al último, sin embargo me arrinconé a la pared, cuya ventana era grande, el sentirme superior en fuerza a estos seres no me daría ventaja temporal, debía de optar mi salida perfecta: la escapatoria. Miré con recelo los siete pares de ojos, me puse en posición de ataque y comencé, no sé por qué razón, a gruñir feroz a mis adversarios.

¿Por qué me habían apresado de esa manera hace unos minutos? ¿Por qué no se defendían ahora? ¿Por qué los percibía inseguros? ¿Por qué se inmutaban? ¡Peleen!

--¡Basta! ¡Detente! –él exclamó desesperado, con esa melancolía que sobreviene inapropiadamente en el momento menos adecuado, y yo volteó en su dirección para percatarlo… al fin.

--¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! –grité al ser presa del martirio de nueva cuenta.

El dolor se convirtió en una parálisis. Intenté apretarme la cabeza, nada funcionó. Traté de mantenerme en pie, apoyándome en la pared, pero caigo al suelo. La cabeza seguía punzándome con intensidad. El dolor abarcaba todo mi cerebro, la sensación se expandía hasta dejarme indefensa. Él quitó el seguro a la granada, va a detonar la bomba. ¡Las voces! ¡Regresan las voces! He perdido el equilibrio. Me confunden los sonidos.

Las voces eran muchas, demasiadas, como automóviles pasando a gran velocidad por mis oídos, sin poder distinguir nada, eran como murmullos ensordecedores.

Hasta que… choqué con el objetivo de este shock.

"—Hola –dijo una voz tranquila y musical.

Levanté la vista, sorprendida de que me hablara…

--Me llamo Edward Cullen –continuó—. No tuve la oportunidad de presentarme la semana pasada. Tú debes ser Bella Swan (MEYER, 2007: 49).

[…]

--Pensé que hay algo que quiero intentar.

Y volvió a tomar mi cabeza entre sus manos. No pude respirar.

Vaciló…No de forma habitual, no de una forma humana, no de la manera en que un hombre podría vacilar antes de besar a una mujer para calcular su reacción e intuir cómo lo recibiría. Tal vez vacilaría para prolongar el momento, ese momento ideal, previo, muchas veces mejor que el beso mismo (MEYER, 2007: 286 y 287).

[…]

--¿Necesita ayuda? –Gritó, por el ruido de la tormenta, a unos cuantos metros lejos de mí-- ¿Está bien señorita? –Su acento era particularmente peculiar. ¿Sería italiano?...

Oh por favor, no… –pensé con angustia—.Esto no me puede pasar.

--¡No te muevas! –exclamó y ya estaba a mi lado, ayudándome a incorporarme--. ¿Te has hecho daño?

No respondí y ni siquiera me moví un milímetro.

[…]

—Edward —dije ahogadamente—. Estás diciendo que ¿me deseas?

--Más de lo que deseo tu sangre – torció su sonrisa de una manera paralizante para mis sentidos –… Bella, no sé que ha sucedido en este día, pero me es muy difícil estar lejos de ti, aunque sea una pequeña distancia, como lo estamos en este momento. Necesito tenerte entre mis brazos con urgencia…

[…]

--Te amo.

Tenía ganas de morir en ese dulce desliz, ir más allá de este plano y por qué no… Renacer completamente envenenada de su esencia inmortal…

Nos besamos tanto que mi concepción del tiempo se esfumó y todavía más porque mi locura por Edward se había salido de control.

La luz de la luna llena jamás se me olvidaría de ahora en adelante.

Llegó un momento, después de habernos propiciado placer en nuestros sexos, que bruscamente me subí ahorcajada sobre él… y me ensarté en el justo centro del deseo. Le oí gemir suave cuando me adueñé de su alma.

[…]

--¿Me abrazarías durante lo que resta de la noche? –pregunté con tono infantil.

--Te abrazaría por el resto de la eternidad si me lo pidieras –susurró enigmáticamente atrayente.

Alcancé sus labios y lo besé hasta que mi cansancio me venció. Era tan mágico estar en sus brazos que aquella noche mis sueños se convirtieron en mundos ideales".

Los recuerdos se desvanecieron y con ellos el dolor. Las voces se callaron.

La vista se comenzó a esclarecer, vi las grecas blancas entre el mármol con el que estaba recubierto el suelo, el polvo minúsculo que se juntó entre ellas, percibí las patas de una pequeña araña que iba caminando detrás de mí, rumbo a la pared, donde, muy cerca del techo, se hallaba su telaraña. Respiré, no lo necesitaba, pero lo hice.

Fue helado, el aire fue gélido.

Tuve ganas de llorar, no sabía qué pasaba, tenía miedo. ¡¿Dónde estaba yo?!

Una mano tocó mi hombro, no la repelí, porque de inmediato percibí la descarga eléctrica que en mis memorias se había presentado. No había por qué defenderme. Era él. ¡Por fin, era él!

Y yo era… ya era…

--¿Ed… Ed… Edw… Edward? –levanté recelosa el rostro.

Todos los colores de la habitación entraron, de sopetón, directos a mi pupila. Parpadeé.

--Sí –afirmó con esa voz aterciopelada que me había rescatado del infierno.

Con sumo cuidado, alcé por completo el rostro y lo observé por primera vez en… lo que parecía haber sido siglos. Volví a paralizarme, pero ahora por una sensación muy diferente. Detuve mi mirada en cada rasgo, por más insignificante que fuera, quería verlo TODO, ¿por qué todo? Por que me merecía este instante que se alargaba, porque necesitaba saciarme de él, necesitaba esa armonía increíble que tenían sus ojos, su boca y nariz al conjugarse en infinitivo… en eternidad. Jamás volví a ver algo tan magnánimamente precioso en toda la fas de la Tierra.

Edward.

--Tranquila Bella –susurró tierno y protector mientras me acogía entre sus ansiados brazos.

Al llegar a esta fortaleza, la emoción del llanto se diluyó.

--Edward… –musité a la par que clavaba mi cara entre su cuello y su hombro.

--No tengas miedo. Somos nosotros, tu familia, ¿recuerdas?

Las voces llegaron otra vez, pero menos agresivas. Sólo susurraban.

--¿Te duele algo? ¿Por qué te estremeces? –preguntó alarmado Edward a la vez que me abrazaba con más fuerza.

--Sí, los recuerdo: Carlisle, Esme, Alice, Jasper, Emmett, Rosalie, ¿verdad? –dudé de haber sido precisa, las imágenes no eran nada nítidas, al igual que los huecos sonidos de mi memoria humana.

--Cierto. Ahora respóndeme, ¿te duele algo? –murmuró dulce, sentía que no quería lastimarme en lo más mínimo.

--Sí, creo que es el alma… No… no sé dónde estoy y tengo miedo.

--No Mi Vida –pronunció triste—. No temas. Estás conmigo y nada malo te ocurrirá. El dolor se aminorará, te lo prometo, sólo suéltate. No te angusties. Aquí estoy.

--¿Dónde estoy Edward? ¿Qué soy ahora? –murmuré temblando.

--Sh –resopló—, no te preocupes.

Rosó repetidas veces su mano contra mi espalda cual si fuera frágil. Este nuevo universo era chocante, terriblemente sensorial.

--¿Ya soy vampiro? –pregunté insegura, aún estaba postrada en su cuello, sin abrir los ojos pues las luces y los colores me estaban haciendo doler el cerebro.

--¿No lo sientes? –cuestionó en vez de contestar. Percibí, entonces, que él estaba más triste de lo que captaba.

--¡Duele!

--Lo sé.

--¿A ti te sigue doliendo? –inquirí absorta, ahora, en la incredulidad. Abrí mis ojos y me incorporé un poco para verle la cara, no deseaba que me mintiera. Ya no anhelaba más mentiras en mi existencia.

Y menos de él.

--Hola –musitó descontextualizando la plática, al ver que mis ojos se clavaban en los suyos.

Sonreí a medias. Lo que llevaba en mi interior, me daba las armas para sentirme vulnerable aún.

--Bella, ¿acaso has olvidado nuestra conexión?

¿Conexión?

Conexión.

¡¡Conexión!!

Oh no… NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

Mi columna sufrió precipitadamente una contorsión, y Edward no me soltó, ¡¡por qué no me soltó!! La maldita energía se me desbordó por los ojos, y la aguja de la locura se hincó desgraciadamente en su pupila rubí, atravesando, después, su manto de oscuridad, muertes y vivencias. Recorrí a una velocidad vertiginosa cien años de experiencias dolorosas. Y llegué a la peor.

"¡Ey! lector de mentes, ¿sabes que Bella goza más si le vas acariciando lentamente su suave espalda... desde sus hombros hasta sus hermosas nalgas?"

Y vi mis nalgas siendo moldeadas y apretadas por él en aquel lago nocturno. Resoplado el aire tibio entre los dos.

Escuché igual de nítido el pensamiento que si hubiera hablado el perro en ese preciso momento. ¡Maldito, mal nacido! ¡Cómo te atreviste!, pensé, mientras observaba cómo se desencajaba el rostro de Edward al sentir mi cuerpo estremeciéndose en la manos del otro.

De repente miré a Jacob, él era el que había hablado, aunque se encontraba agonizante en el suelo de la cabaña donde había sido salvajemente torturada y yo ya no pudiera hacer nada, más que carcomerme por un odio y un rencor sobrehumanos.

En seguida, vi lo que Edward percibió en su mente en ese instante: dos cuerpos, el del perro y el mío, unidos en pleno acto sexual, en el éxtasis de la inminente copulación, gemidos exagerados, roces y caricias que jamás existieron –seguramente se los había imaginado o soñado, pero que en ese instante eran tan reales como el paisaje que le mostraba. ¡Cuán imperceptible es la diferencia entre la verdad y la mentira!–.

Con cólera, con indignación me fui en contra del recuerdo, iracunda como estaba, rasgué con unas uñas enormes y afiladas el telón con el que era pintado esa memoria en la cabeza de mi amado. Había enloquecido, lo sentía, de nuevo, por el odio, mas no me importó. El frenesí del segundo me hizo cometer acciones de las cuales no estaba segura de su consecuencia. Desgarré, amancillé y destruí por completo, cual si fuera una sucia hoja de papel el recuerdo. No dejé nada latente ahí.

Vértigo, nauseas, sed, no sé, pero algo mucho más fuerte que nosotros nos sacó de ese tormento. Pasé una vez más todo el recorrido que me llevó a su experiencia hasta deshacer el "encanto".

Mi cuerpo estaba tenso, dos vampiros, Jasper y Emmett, me apartaban, muy lejos, con todo su ímpetu, de Edward. Carlisle sostenía a mi amado en sus brazos.

¡¡¿Qué había hecho?!!

¡QUÉ DIABLOS HABÍA HECHO!

--¡Edward!, ¡Edward regresa! –gritaba Carlisle desesperado al ver tan mal a su hijo.

Y no era para menos, ni Tanya ni Jacob habían quedado tan mal por mi ataque en otro tiempo. Edward se convulsionaba en el suelo, sus ojos estaban en blanco completamente, y sus facciones eran aterrantes, inimaginables, su bello rostro de ángel caído se había convertido en sufrimiento puro.

--¡EDWARD! ¡EDWARD! –grité, chillé, aullé del dolor de verlo en tales condiciones.

No me constó ni un mínimo esfuerzo quitarme de encima a Emmett y a Jasper, aunque ellos salieron corriendo detrás de mí, yo fui capaz de llegar hasta Edward cuando ellos volvían a coger con fuerza mis hombros.

--¡SUÉLTENME! –exigí exasperada.

--¡Suéltenla! –Gritó Alice desde el otro lado de la habitación— ¡Aléjense de ella! ¡Jasper aléjate!

Los dos obedecieron ipso facto, como si supieran que esto se podía poner peor. Y sí. En cuanto me soltaron, no tarde ni un segundo en tomar la cara de mi amado entre mis manos y le comencé a llamar con angustia.

¡¡QUÉ HABÍA HECHO!!

--¡Edward!, ¡Por favor, Edward! ¡Regresa! No me dejes sola. ¡Tú no puedes dejarme sola!

¿Cómo revertía mi error? ¿Qué hacía ahora? ¡Por qué a él!

--¡Carlisle dime qué hago! –Quería voltear a verlo, pero me daba tanto miedo que sus ojos se encontraran con los míos, o con los de cualquiera de ellos; suficiente daño ya había causado— ¡Edward! ¡Edward!

--¡Jasper, calma a Bella! ¡Necesitamos que se tranquilice! –exigió Carlisle, respondiendo a mi petición.

En cuestión de segundos, sin demora ni temor ni prejuicios, Jasper extendió un gran halo de paz en la recamara. Me fue difícil caer en él, porque lo sentía como la miel al pegarse sobre la piel, pegajosa y empalagosa, definitivamente ya no era un arma contra mí, sin embargo, era dejarme envolver en su don o continuar viendo cómo se perdía el amor de mi existencia.

Poco a poco fui cayendo en el ensueño del don de Jasper, que por una parte se sentía muy bien después de venir del calvario del infierno, no obstante al tranquilizar mi mente, mis instintos se maximizaron, el deseo eterno y constante del vampiro se presentó con toda su amargura, así es, tenía la incontrolable sed y cada minuto que pasaba crecía mil veces más.

En algún momento me aparté de la cercanía de Edward; Carlisle no se sentía a gusto con mi presencia, lo percibía. Así que me fui a recluir enfrente de una ventana. Miré por primera vez el mundo con mis ojos de vampiro, la nieve de allá afuera tenía un aspecto a grano de sal, blanco, pequeño, sólido; las plantas eran más verdes… ¡bah! ¡Qué estupideces!... Sinceramente, intenté de forma absurda y mediocre evadir mi desilusión.

¡¡QUÉ HABÍA HECHO!!

Ninguno de los Cullen se acercaba a mí, y, quizá, sin quererlo ellos, como tal, me lastimaban. La soledad hiere. Asesina. Y necesitaba tanto de una orientación, y quien era mi guía terminé enloqueciéndolo, ¿qué tipo de demonio me había poseído? Es decir, me hallaba con todas las confusiones dentro de mi ser: el dolor de mi alma, la sed, la angustia por Edward, el temor por lo que me había convertido… ¡Y estaba sola otra vez!

Suspiré.

Naciste sola Bella. Y sola estarás… para siempre –pensé o pensó, no pude distinguir la diferencia.

Si quería redimirme, comenzar mi existencia con un buen acto, para los míos, lo mejor era que me alejará, sí, que me marchara antes de dañarlos, o sea, si lo hice como humana repetidas veces, con este don tan extraño e incontrolable lo haría con frecuencia. Sin duda, era lo mejor, ni aún siendo de la misma raza, debían de confiar en mí. Si como Carlisle creía, Edward regresaba del trance, ¿cómo se comportaría ahora?, ¿por qué tenía que cargar conmigo?, ¿qué le esperaría a mi lado? ¡¡Nada bueno!!

Yo deseé ser transformada en vampiresa, pues ya lo era.

Yo deseé vivir eternamente, pues ya lo había conseguido.

Era tiempo de afrontar el otro lado de la moneda: las consecuencias.

Me iré –decidí con el miedo creciendo como el demonio que me exigía alimentarme.

--Me quema la garganta… Tengo sed –dije casi en un susurro y sin cambiar de posición ni un poco.

Cogí con mis dos manos los cerrojos de las ventanas.

--Por supuesto que la tienes cariño –contestó amable y con un cariño honesto, del otro lado de la habitación, Esme— Yo puedo acompañarte a cazar algo.

--Esme… —habló dubitativo Carlisle.

--No te preocupes, Esme. Carlisle, te agradezco tus atenciones. Alice, Jasper, Emmett y Rosalie, discúlpenme.

Abrí tan veloz, tan increíblemente veloz, las ventanas que no lo podía creer, y como un huracán me aventé. Mi instinto me dijo que no temiera de experimentar mis cualidades de depredador y pues cuando no tienes a nadie, lo único que te queda eres tú, decidí apostar en confiar en mí misma, y aventurarme a lo desconocido.

Adiós amada y fugaz familia. Adiós mi Cielo, perdóname.

***

El bosque no parecía tener fin…

El cielo relampagueaba cada tres minutos, el aire gritaba injurias y lograba estremecer a los arboles con sus lamentos. La tormenta que caía tenía aspecto de diluvio, y éste era el día de mi renacer… el peor. Hasta la siniestra noche reclamaba mi resurrección, permitiendo tal clima catastrófico.

Mi cuerpo escurría aquella helada agua, como el líquido amniótico, mientras que yo seguía corriendo, corriendo para evadirme, corriendo para lograr huir de mí y mi endemoniado destino, corriendo por correr.

Ya ni siquiera el tiempo transcurría. Se había quedado estático… como mi corazón.

Iba llorando, sí, sí, iba chillando mi infortunio aunque de mis ojos no salieran lágrimas, la lluvia las sustituía. Iba gimiendo del dolor.

¡Me odiaba tanto! ¡Vil cobardía la de mi parte humana! ¡Maldita dualidad! ¡¡Maldita humanidad!! ¡¡Maldita!!

--¡¿POR QUÉ NO TE MORISTE JUNTO CON MI CORAZÓN?! ¡ME DUELES! –Grité con esta fuerza que me roía. Me caí al suelo por convicción, la depresión pudo más conmigo que todo el infierno entero.

"Me dueles… —musité dándome por vencida— ¡Condéname a una existencia cruel, pero sálvalo a él! ¡Sálvalo! No me importa que mi alma duela eternamente en mi pecho, no me importa que esté sola a perpetuidad, no me importa mi destino… ¡Sálvalo de mí! Por favor, sálvalo…".

Mi voz se extinguió junto con mi deseo de continuar el camino y me dejé ir de boca al lodazal del suelo. Ahí pertenecería desde ahora. Cerré mis ojos, quizá si lo deseaba con tal vehemencia que sobrepasara lo insospechado, Aquel a quien había renunciado por ser esto me ayudaría a retroceder si me arrepentía de… de… corazón, a pesar de que ya no latiera, todavía estaba a tiempo para que me quitara la existencia con algún rayo fulminante que por gracia divina cayera encima de este horrendo monstruo. De cualquier forma, ya había conocido el averno así que no me invadía el miedo, si iba a parar allá, con justa razón me lo merecía. Dentro de mí no había nada bueno ni para el mundo ni para mí misma. ¡De verdad anhelaba desaparecer esta misma madrugada!

Sollocé, no me quedaba otra opción.

En mi interior comenzaron a resonar estruendosas las gotas gordas de lluvia que golpeaban mi espalda. Y entonces, el aire sopló.

--¡Noooo! ¡Aléjate de mí! –exclamé con resentimiento, mientras me incorporaba y botaba de mi cuerpo las manos de Edward.

--¡Bella, no me pidas eso, por favor, no! –dijo entristecido por mi reacción.

Sí, ya lo había percibido, unos cuantos segundos atrás, pero no quería que se acercara. Pensé que lo entendería.

--¿No me oíste? ¡Sálvate! No te condenes. No te das cuenta, no soy la misma de antes. No puedo y tal vez ya nunca más podré verte a los ojos. ¡Te haré daño!

--No.

--¿No? De milagro saliste del trance…

--¡ENTRE NOSOTROS NO HAY MILAGOS! –protestó enfurecido— Ahora ya lo sabes, ahora ya lo vives, ahora sí sientes el dolor que conlleva ser un vampiro. Tú ya obtuviste de mí lo que deseabas, no me prives de lo que yo más anhelo –Tomó mi cara entre sus manos y me forzó a poner mi mirada en su rostro, el cual evadí tanto como puede— ¡Yo nunca quise que fueras esto! ¡No es justo! Soy tan responsable como tú de lo que pasa.

Lo sentí mucho, inmensamente, pero utilicé mi fuerza en contra de él y quité mi cara de sus manos para después aventarlo.

--¡No, no, no! Entiende que no. ¡Aléjate de mí!

Recuperó el equilibrio y corrió hasta donde yo estaba… y yo corrí para que no me alcanzara.

--Bella, détente, por favor, ¡détente! –gritaba mientras me perseguía.

No me sometí a su petición.

Cuando llegamos hasta la punta de una montaña, y la lluvia se convirtió en nieve, hasta entonces, me detuve.

--Te lo pido aquí, en lo más cerca que podremos estar de Dios, por este amor: ¡aléjate de mí! No te has dado cuenta que estoy buscando destruirme, porque… ¡porque no me gusta en lo que me transformé!

"¡Estoy loca, Edward, LOCA! Oigo voces dentro de mí, y, ¡carajo!, ni siquiera soy capaz de controlarlas. ¿Qué te espera a mi lado? ¡Cuánto tiempo estarás conmigo? ¡Cuándo me dejaras sola como todos! ¡¿Cuándo te darás cuenta que no soy suficiente para ti?! –extrañamente mi voz se quebró.

--¡NUNCA! Nunca Isabella.

Me reí sarcástica.

--¡No te creo, Edward! El demonio que llevo dentro es muy malo, es cruel, es ruin, es… es perverso. Lo que te hice no tuvo nombre, ¡¿por qué a ti?! Si mi demonio me había dicho que no te iba a hacer nada, y aun así jugó sucio. ¡Me odio a mí misma!, ¿no lo percibes?

--Estás exagerando –enunció molesto—. Es normal que no sepas controlar tu don, nadie lo supo en un principio. Quédate conmigo… no me dejes…

--… ¿solo?… Edward, tú jamás estás solo –continué con mi mal humor; la sed me irritaba.

--Sin ti lo estoy. Bella, discúlpame por irme hace un mes, discúlpame por nunca haber sabido actuar contigo, por no darte un mejor futuro, por no otorgarte lo que necesitabas cuando lo pedias; has sufrido demasiado, discúlpame. Es mi culpa que supongas que estás loca; ¡no lo estás! Dame la oportunidad de enmendar mis errores y mostrarte mi mundo. ¡Te amo! No lo comprendes, ¡TE AMO! –Se posó enfrente de mí y me abrazó con esa sensación de vacío que causa el dolor de una despedida— No me pidas que me aleje de ti.

Su voz era un ejemplar genuino del dolor cuando finalizó. No quería negar lo que por dentro me decía "vamos, vete con él", pero tampoco podía atarlo a mí en este momento de tanta confusión. ¿Y si le volvía a hacer daño y esta ocasión sí era irreversible?

--Sí, sí te lo pido –mi demonio hablaba, yo no era capaz de decir ni una palabra de semejante declaración, por dentro estaba haciéndome añicos—. Si me amas, aléjate de mí hasta que yo te busque. No me vigiles, no me rastrees, no me intentes localizar, te lo pido, no lo hagas. Yo sabré encontrarte llegado el tiempo.

Oí un suspiro, un sollozo, mejor dicho. Le estaba rompiendo el corazón…

Nos estaba rompiendo el corazón el destino.

Y con los copos más pequeños, más diminutos, que hubiesen caído alguna vez en la tierra, los primeros rayos del amanecer en el horizonte adornando con estrellas relucientes nuestra piel abandoné a lo que más valoraba de mí: a mi alma gemela.

Edward's POV

"Mi existencia no es la misma. Aún continuo esperándola, buscándola día tras día entre la gente.

¡Qué niñería!, ¿no te parece?

Me encantaría que siguieras llamándome, eres la única a la que le contesto, ¿lo sabías?... Sin embargo, lo cierto es, Alice, que cada vez que haces sonar mi móvil, me entusiasmo de forma inadmisible para luego caer por la misma ley de gravedad en mis oscuros pesimismos. Perdóname, de antemano, por lo que voy a pedirte: Se menos constante. Me causas más daño.

A cambio, te prometo escribir con constancia. ¿Otro motivo para no despegarte de la Internet?

… Lo siento, no estoy de un humor muy sano.

Hazles llegar un saludo afectuoso a Jasper, Emmett y Rosalie de mi parte, y un abrazo a mis queridos Carlisle y Esme; coméntales que en Italia me encuentro mucho mejor.

Un beso para ti.

Atte:

Edward Masen".


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BIBLIOGRAFÍA

MEYER, Stephenie. Crepúsculo. Alfaguara. México. 2007. 506 pp.


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Un capítulo interesante, ¿no? Ojalá les haya gustado y que el complemento de la música haya sido de su total agrado. Se lo dedico a cada integrante de mi familia vampírica, la razón es ooooobvia, ¿no?. Las amo mucho, gracias por ser mi soporte y mi luz.

Gracias por haberme regalado un poco de tu existencia.

Gracias por continuar leyéndome.

Gracias por tus comentarios tan amables.

Gracias por comprenderme en este proceso tan difícil de mi vida.

Por ti y porque sé que te lo mereces, es que te hice un capítulo mejor.

¡¡Gracias por leerme!!

Nos vemos en la próxima y última actualización.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

GRACIAS..

Anónimo dijo...

hayyyyy no inventes no me digan ke lucharon tanto para no kedar juntos buuuuu esta muy padre chik la verdad mis respetos ni como imaginarlos separados en fin espero ke sea un final menos cruel gracias

lo siento eske me dejaron costernada digo edward no es el sin bella y ella no es ella sin el ha ke triste

Anónimo dijo...

Ay, qué pena... jajajaja qué pena de verdad... no puedo actualizar tan rápido... Bueno, ésta soy yo con la vergüenza de por medio.

A todo el staff de Club Crepúsculo, les envío mis más grandes agradecimientos por confiar en mí y apoyar mi historia. Las quiero mucho.
Atte: Mieli XD